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sábado, 24 de febrero de 2024

CAP 5 – I. TODOS LOS CAMINOS, TODOS LOS DESTINOS

Respiraba con dificultad. El esfuerzo que había realizado fue intenso. Se tomó una larga pausa para tratar de reponerse. Soltó un par de botones de su chaleco para ayudarle a respirar mejor. Más calmada procedió a golpear la puerta con la poca fuerza que tenía. Nadie le respondió.

Volvió la vista hacía la calle, miró los caminos para asegurarse que nadie la hubiese seguido. Sintiéndose más recuperada volvió a tocar nuevamente la puerta. Tenía la impresión de que habían pasado varias horas desde que saltó de aquella ventana. La pierna izquierda le dolía y una punzada eléctrica le recorría de rato en rato por el cuerpo.

Tocó nuevamente la puerta, no hubo cambio. Volteó una vez más para mirar a la calle, algo había cambiado. Una delgada capa de niebla se deslizaba lentamente al ras del suelo, cubriéndolo a su paso. Venía en su dirección.

Se giró y golpeó con más fuerza la puerta, hasta el punto de lastimarse nuevamente los ya magullados brazos. Comenzó a gritar.

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Marek emprendió el camino al Hospicio en busca de los demás. Las cosas habían tomado un giro inesperado. Tenía claro que su afán de escalar posiciones no le iba a ser tan fácil pero no había contemplado verse involucrado en situaciones tan turbias. Si bien las calles se veían tranquilas, salvo uno que otro ruido extraño a la distancia, quizás una posible tormenta en ciernes, sabía que no eran seguras de transitar durante esas horas, pero su experiencia le había permitido tomar las mejores vías para su seguridad. Hubo un momento en que tuvo la sensación de que lo estaban siguiendo. Tomó un desvió y se ocultó, esperando confirmar su sospecha. Esperó por unos minutos y justo en el momento que se disponía a salir, una sombra se proyectó por el camino por donde caminaba antes. Una leve capa de niebla comenzó a formarse al ras del suelo. La temperatura bajó repentinamente, dando paso a un leve vaho con cada exhalación.

Tomó la empuñadura de su arma, preparándose de ser necesario. Las pisadas en la tierra comenzaron a escucharse como si fuese lo único que se moviese en toda la zona. Estaba muy cerca. Una figura encapuchada avanzaba sin apuro para detenerse en medio del camino. Giró para mirar en dirección a donde Marek se ocultaba. Levantó la mano apuntándole con el dedo índice para finalmente desvanecerse en el aire. Por una breve fracción de segundo, como si de un destello se hubiese tratado, le pareció ver otras pequeñas figuras flotando en el aire, desvaneciéndose en el mismo instante que el encapuchado, escuchándose múltiples estruendos breves.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Marek. Inconscientemente esperó unos minutos para asegurarse que nada más aparecería para sorprenderlo. La temperatura descendió un poco más. La niebla parecía cubrir todo al ras del suelo. Marek se puso en pie y dio unos pasos hasta acercase al lugar donde estuvo la figura. La niebla fluía por el suelo como una corriente de agua en un arroyo cubriendo sus pies y que a cada paso que daba, unos hilillos parecían trepar por sus pies para desvanecerse al llegar a sus tobillos.

Trató de entender lo que había pasado, pero estaba demás buscarle una explicación, sería perder más tiempo. Retomó su viaje hacia el Hospicio, cuando al disponerse a dar el primer paso, el resoplido cálido de un caballo le golpeó en la nuca. Marek se quedó con el pie en el aire mientras a niebla se elevaba hasta alcanzar su pie para hacerlo aterrizar con suavidad en el terreno.

Su instinto le decía que corriera despavorido para ponerse a salvó, pero le fue imposible no querer voltear para saber que era aquello que se encontraba tras de él. Dio un salto hacia adelante, realizando una pirueta apoyando ambas manos en el suelo para terminar con un giro en el aire. Esto le permitió alejarse por lo menos unos tres metros de aquello que había aparecido, permitiéndole adoptar una mejor posición, facilitándole desenvainar su arma y ponerse en guardia.

Frente a él, un gran caballo negro azabache agitaba la cabeza con mirada salvaje y blanquecina, como si quisiera arrancar la marcha, mientras sus cascos brillaban con fuego cada vez que golpeaban el suelo. Sus grandes fosas nasales se ensanchaban expulsando humo. Sus labios estaban retraídos por las riendas, dejando al descubierto sus dientes, dibujándole una macabra sonrisa.

Sobre el caballo, un jinete corpulento vestido en ropajes negros y plata. Su oscura capa de cuello alto flotaba tras de él. Sus botas color ébano brillaban junto con sus espuelas y estribos de plata. Con su brazo izquierdo sujetaba las riendas, en lo alto y tensadas por el movimiento del caballo, conteniendo su marcha.

El terror se apoderó de Marek al ver que sobre los hombros del jinete no había cabeza.

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La joven trató de calmarla, pero Nicoleta sonaba bastante alterada y no parecía entender razones. Desde el último ataque recibido en el hospicio tomaron medidas de que nadie pudiese ver directamente a Larshela. Por lo que, dadas las circunstancias, no le permitirían ingresar.

Nicoleta volteó a ver nuevamente a la calle, la neblina cubría todos los caminos, sin embargo, en esta oportunidad logró divisar una figura que se acercaba a gran velocidad hacía ellas y que conforme se acercaba, se le hacía particularmente familiar.

- ¡ABRÁN LA PUERTA! ¡DEJENNOS ENTRAR! – Marek corría desesperadamente hacía el hospicio, viendo una figura de pie en la entrada, cuya vestimenta le permitió reconocer a Nicoleta. Sentía que las piernas le quemaban y mientras sus pies se movían lo más rápido que nunca antes en su vida, lo que le causaba un intenso dolor, pero sabía bien que eso no sería nada si es que el jinete lo alcanzaba.

Era un estruendo tras otro, como si una tormenta se hubiese desatado repentinamente frente a ellos. Los ojos de la joven Sulemi se abrieron como platos al ver que tras aquel hombre a la distancia se aproximaba una leyenda urbana hecha carne y hueso. El pánico se apoderó de ella retrocediendo con una expresión de horror en el rostro. Aprovechando la oportunidad, Nicoleta empujó a la joven y entró en el hospicio, abriendo la puerta lo suficiente para esperar a aquel hombre. Sin embargo, por la cercanía de la imponente y terrible figura, no estaba segura de sí aquel hombre pudiera lograrlo.

Por unos segundos se vio tentada a cerrar la puerta y dejarlo a su suerte. El tiempo pareció ralentizarse frente a sus ojos, viéndolo suspendido en el aire moviéndose muy lentamente mientras se esforzaba más allá de lo posible para salvar su vida.

- ¡CONTINÚA¡¡CONTINÚA! – gritaba en su cabeza.

Marek cruzó la puerta como un bólido. Nicoleta dio un portazo y corrió los cerrojos para asegurar la puerta. Retrocedieron varios pasos, esperando que el portón soporte y mantenga a aquella criatura fuera. Un silenció mortal cubrió el lugar.

- ¿QUÉ ES LO QUE SUCEDE AQUÍ? – la voz de Larshela retumbo en el lugar rompiendo el silencio, lo que hizo saltar tanto a Nicoleta como a Marek, mientras la joven Sulemi se desmayaba frente a ellos.

De repente unos potentes golpes hicieron retumbar el lugar de tal forma que el marco del portón de entrada crujió dolorosamente, formándose una nubecilla de tierra y astillas, lo cual logró sobresaltar a todos los presentes.

La tensión en el aire podía cortarse con un cuchillo y la espera se hizo casi eterna, pero al final, lo habían logrado y la calma retornó lentamente.

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CAP 4 - ☠️💀☠️💀☠️💀⏳☠️⌛💀☠️💀☠️💀☠️

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martes, 20 de febrero de 2024

CAP 3 – VIII. UN GRANO DE ARENA TRAS OTRO

Nicoleta ahogó un grito de sorpresa al ver que la habitación en la que había entrado estaba ocupada. Skyp levantó la mano con intención de calmarla mientras que con la otra mano se llevaba el dedo índice a los labios para indicarle que no hiciera ruido alguno y delatase su ubicación.

Marek, se encontraba en una difícil situación, pues de los tres, él era el único en ese lugar que había sido invitado formalmente. Skypper era un viejo colega que al parecer requería de sus habilidades y la señorita presente era una dama en apuros que necesitaba su ayuda. Antes de que pudiese idear algo ingenioso que lo pusiese en una posición de ventaja, la mujer, que llevaba ambos botines de tacón sujetos en una mano, se abrió paso entre ambos sin hacer el menor ruido. Se acercó a la ventana, asomándose sigilosamente para ver si alguien vigilaba. Skyp y Marek se miraron, asintiendo con la cabeza mientras levantaban una ceja en señal de inesperada conformidad.

Nicoleta, metió ambas botas en un bolso de tela roja con rayas entrecruzadas o ¿eran cuadros?, sorprendentemente ambos ingresaron sin mayor inconveniente a pesar de parecer mucho más pequeña. Abrió la ventana de par en par. Marek se disponía a darle el alcance con la intención de atajarla antes de que tome alguna decisión, pero en ese momento, la atención de ambos colegas fue atraída hacía la puerta, donde la perilla comenzó a moverse nuevamente, traqueteando insistentemente, como si alguien quisiese entrar a la fuerza.

Al retornar la atención a la ventana, una fugaz figura desaparecía en el aire. Nicoleta había saltado desde el segundo piso. Marek corrió angustiado, sorprendido al ver lo que había hecho la temeraria mujer. Afuera todavía estaba oscuro, aún faltaban unas horas para el amanecer. Abajo, el lugar estaba rodeado de jardines y fácilmente pudo haber caído en uno de los densos arbustos. La puerta comenzó a ser golpeada con fuerza.

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Sus órdenes eran claras, capturar a la mujer y llevarla a la cámara húmeda para hacerle algunas preguntas. En su cabeza, le pareció gracioso el hecho que ni siquiera el presumido de Giovanni podría intervenir esta vez, pero la gracia se le esfumó al recordar que ella fue capaz de evadirlo. Si se le escapaba, Lady Fiorentine se enojaría con él.

Le pareció que había ingresado en esta habitación, pero debía asegurarse. Tomó la perilla y trató de entrar, pero la puerta estaba cerrada. Traqueteó con la perilla con cierta fuerza ante la frustración. Golpeó fuertemente la puerta, pero nada. En el momento en que se lanzó para embestirla, la puerta se abrió, dando paso a un sorprendido Salvio Gravano, tropezando con la alfombra y cayendo de bruces en el piso. Se puso de pie tan rápido como pudo para hacerle frente al pequeño hombre que estaba parado al lado de la puerta. Marek sorprendido se quedó mirando al inmenso hombre calvo que se elevaba por encima de su cabeza.

- ¿Dónde está la mujer? – bramó con voz ronca y potente, con aspecto de toro en dos patas.

- Desconozco de que me está usted hablando. Y le exijo una explicación ante esta intrusión y violencia. Soy un invitado de Don Vito a través de su hijo Giovanni, para atender negocios importantes y toda esta batahola no me ha permitido conciliar el sueño como es debido. –haciéndole frente al enorme sujeto, recriminándole su actitud.

Salvio lo miró desde lo alto y barrió la habitación por encima suyo. Un ligero pinchazo de inquietud en su nuca le decía que la mujer parecía no estar allí y que debía darse prisa antes que la situación se ponga mucho peor. Volvió a mirar a Marek directamente a los ojos, escrutando minuciosamente a un maestro del engaño, pero, aunque no estaba del todo convencido no debía perder más tiempo.

Salió a trompicones de la habitación sin mediar palabra alguna. – Don Giovanni sabrá de este atropello en cuanto lo vea. – recalcó Marek haciendo uso de sus habilidades para que la voz no se le quebrará por la risa, azotando la puerta para reforzar su molestia.

Poco le preocupaba a Salvio el tener que lidiar con los amigos de Giovanni. Ahora tenía mayor prisa en ubicar a la mujer.

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Una risita burlona se escuchó entre las sombras – Por un momento pensé que no lo lograrías – dando dos palmadas en reconocimiento a su esfuerzo.

- Bueno, no debemos perder más tiempo. – replicó Marek. Skyp estuvo de acuerdo dándole una palmada en el brazo, respondiéndole. - Sus planes siguen en marcha, pero no tengo idea que será lo siguiente en su agenda, pero es un hecho que buscaran llamar la atención de Ivan. Lo sucedido con Nicoleta es muestra de que están cortando cabos sueltos, veré qué más puedo averiguar y de qué forma ayudarla. Incluso tú mismo podrías formar parte de sus maquinaciones o ¿pensabas que los ricos eran realmente “nobles” de fiar? – la mente de Marek evocó el recuerdo de la gran puerta roja y su madre.

- Busca a tus amigos en el Hospicio, vas a necesitar su ayuda si es que necesitamos hacer frente a toda esta intriga. Y recuerda… No confíes en nadie.


/ / / FIN DEL CAPITULO 3 / / /

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Sabía bien que lo encontraría en este lugar, pero no esperaba ser tan descuidado como para caer en una de sus trampas. Con dificultad trató de observar los cortes en sus brazos y piernas, eran de consideración. Las sogas que lo sujetaban de los tobillos, lo mantenían colgado de cabeza a una altura de metro y medio del piso, desangrándose, como si se tratase de una simple res en una carnicería. ¿A esto había llegado?, ¿este sería su final?

Lo que más lamentaba era no poder cumplir con la promesa que le hizo a su amada antes de partir en esta búsqueda, pero ambos conocían bien los riesgos.

Alguien se acercaba, al parecer pisaba sobre un piso encharcado, posiblemente sobre su sangre.

- Así que ha esto hemos llegado. Vencido y derrotado por un torpe descuido. ¡Que patético! – la decepción en la refinada voz era notoria. El delgado y pálido sujeto, de larga cabellera platinada y ojos color purpura, camina alrededor de Basile. Vestía finas prendas, lo que denotaba su posición adinerada.

- Lamento decepcionarlo Barón, pero entenderá que tenía la cabeza en cosas más importantes. – mostrándole una sonrisa burlona, para recibir en respuesta un duro golpe en el rostro, lo cual le partió el labio y laceró su mejilla, para continuar sangrando.

- Lo mejor de todo esto es que ya no tendré que volver a escuchar tu burda socarronería. – el sujeto sacó un pañuelo para limpiar su mano y sus anillos. – Este es el adiós Basile Vernier. Que tu alma se pudra en el averno.

 - Nos vemos pronto Barón - volvió a sonreírle con los dientes manchados en rojo. Por la expresión de desagrado del Barón, una fría duda se atenazó en su marchito corazón, ¿se referirá a verlo en el averno o que lograría escapar de esta situación para volver hacerle frente? Lo miró por unos segundos más y descartó la absurda idea para alejarse de él.

Basile no dejaba de sonreírle de forma casi maniaca.

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Patrick hizo una pausa, cerrando el libro de lomo azul que estaba leyendo. Por lo poco que había logrado leer, narraba la historia de una especie de investigador poco ortodoxo que va tras la pista de unos asesinos.

Este era uno de los libros que le habían dejado en la silla. En su tapa rezaba “Sonata Nocturna por Pyot Mezznatt”.

Algo le resultaba extraño.

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CAP 3 – VII. ENTRE LOBOS Y OVEJAS

Se encontraron de vuelta en su oficina, del otro lado del escritorio, bajo la mirada inquisitiva de Larshela, quien mantenía cruzadas sus manos encima del escritorio. Sus brazos se encontraban vendados hasta las manos. La joven Daleska se encontraba a su lado, asistiéndola en lo que ella necesitase.

Larshela exhaló en notoria señal de zozobra. Sin la cofia que habitualmente le cubría la cabeza se le veía muy distinta, la cual le disimulaba una larga cola trenzada de cabello ensortijado, que le caía por el hombro izquierdo. – Me alegro de ver que se encuentran mejor. Lamentablemente, esta buena noticia se ve ensombrecida ante un panorama aciago. Los recientes acontecimientos nos han puesto nuevamente bajo una sombra siniestra, dando pie a constantes ataques contra los miembros de esta comunidad. Nos vimos obligadas a tomar ciertas medidas que nos permitan mantenernos seguras, pero desgraciadamente las cosas no resultaron como esperábamos. – hizo una pausa, llevándose una mano a la frente. Exhaló pesadamente, juntando nuevamente sus manos en la mesa. - No paso mucho tiempo para que a ello se sumase la persecución de un grupo clandestino de fanáticos, seguidores del Lawgiver, guiados por una monja demente que se hace llamar Hyrwen. Solo buscan erradicarnos a cualquier costo. Intentamos solicitar ayuda a las autoridades, pero fue inútil, pues los mercenarios que se hacen llamar agentes del orden, ya habían sido “dispuestos” para apoyar a los clérigos de Ezra para ayudarlos en sus festividades peregrínales. Es un infortunio tras otro, que de seguir así nos llevará a todos a nuestras tumbas…y ni así creo que vayamos a estar tranquilos. Todo Borca es prácticamente propiedad de los Gemelos y ni los muertos pueden descansar en paz sin desligarse de los impuestos.

Los cementerios solo mantienen los cuerpos de los difuntos por cinco años, debiendo renovar el pago de alquiler por el espacio. De no ser así los cuerpos son exhumados, limpiados y colocados en fosas comunes, colocándose solo su nombre y fecha de fallecimiento en un poste negro. Por esta razón algunos cadáveres son enterrados en los mismos terrenos familiares y en el caso de algunos nobles, se encargan de construir criptas.

Como les comenté en algun momento, este lugar nos fue donado por unos nobles, incluyendo los terrenos aledaños. La capilla que usábamos para honrar a Hala antes era utilizado como un mausoleo. Cuando nos entregaron los terrenos, el mausoleo ya estaba desocupado y nos encargamos de limpiarlo y acondicionarlo. Sin embargo, no imaginábamos que existieran pasajes secretos que condujeran a un lugar subterráneo. Encontramos los muros del lugar derrumbados conduciendo a una serie de cavernas. De esta forma es que logramos dar con ustedes, en muy mal estado. Procedimos a atenderlos en ese lugar, logrando estabilizarlos para llevarlos posteriormente al hospicio. Fueron tres largas noches.

Los cadáveres que encontraron en la caverna eran antiguos, posiblemente de ataúdes que fueron escondidos y abandonados en esta antigua cripta familiar por los dueños, que al parecer no quisieron asumir el costo de llevárselos. Sin embargo, la cantidad de cadáveres que encontramos, era mayor al espacio que la vieja cripta podía albergar, percatándonos que varios de estos cuerpos estaban relativamente frescos, por lo que se tratarían de víctimas recientes.

El lugar conectaba con el pantano, cerca al puente del portal del Amanecer. Sin embargo, el rastro de roca fundida nos extrañó a todos al ver que apareció de la nada para atravesar un muro y salir por la capilla, que fue por donde ustedes descendieron. – Larshela se detuvo y miró a Daleska haciéndole una señal. Ella salió de la oficina y regresó unos minutos después con tasas e infusión caliente de hierbas.

- Los siguientes días nos vimos en la necesidad de enviar a todos los miembros posibles a otros hospicios para minimizar riesgos, pero los heridos de los incendios continuaban viniendo pidiendo nuestra ayuda, especialmente aquellos con bajos recursos. No podíamos dejarlos de lado.

Hace dos noches recibí noticias que se preparaban para irrumpir a la fuerza nuestro hogar y someternos a juicio público como viles delincuentes. Como verán las cosas no están bien para nadie en este momento. – la conversación se vio interrumpida con el ingreso presuroso de otra joven a la oficina de Lershala - Hermana, disculpe la intromisión, pero hay personas en la entrada que exigen su presencia.

Larshela los miró con notoria preocupación y algo de culpa – Necesitamos su ayuda, una vez más. -

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jueves, 11 de enero de 2024

CAP 3 – VI. UN ANTIGUO DESTINO OLVIDADO

Dio un sorbo a su bebida, dejándola por unos segundos a la altura de sus labios, como meditando algo. Bajó el tarro para colocarlo con delicadeza sobre la mesa, como tratando de no llamar la atención. La giró sobre su base mientras observaba al resto de la clientela dedicada a sus asuntos.

- Ya hice el contacto, nos esperaran en el cruce con la vía del Hechicero para dirigirnos a Hazlan lo más pronto posible. De ahí haremos el intercambio para continuar hacía el siguiente reino más al sur. Debemos darnos prisa pues hay señales de tormenta y conforme avance la noche se hará más intensa. – miró a los lados acomodando su capucha para que dificultar ser reconocido.

Edmond tomó el mapa donde se encontraba trazado su recorrido. El plan inicial había fracasado y debían escapar rápidamente antes que los agentes del conde los alcancen. Si bien tenían dudas respecto a los gitanos, no les quedaban muchas opciones que considerar.

Gunthaer alertó a los otros miembros del grupo, pero no obtuvo respuesta, lo que le hizo pensar que no lo habían logrado. Sin embargo, debían continuar con el plan. Al menos uno de ellos debía escapar para dar aviso de lo sucedido y poner a salvo el objeto.

Pagaron la cuenta y se arroparon bien para emprender su escape. El viento frio de la montaña arreciaba. Montaron los caballos y se dirigieron al punto de encuentro.

Un vardo vistani se veía estacionado al lado del camino cubierto levemente por la nieve. Un tipo delgado con un fino bigote y pañoleta en la cabeza se asomó al notarlos venir, dando a aviso a alguien más de su llegada.

- Darse prisa, la tormenta no da buena señal y debemos haber partido hace algo de tiempo. - Sus palabras parecían entre mezclarse con un tono que arrastraba las vocales. – ¡Vamos, vamos!

Conforme se acercaron el vardo lo vieron algo descuidado. Amarraron los caballos junto al que jalaba el carromato para darle mayor celeridad. Entraron en el interior del vardo y se acomodaron para protegerse del frio. El interior no era mejor que su exterior, pues era lúgubre, muy distinto al colorido habitual. El delgado hombre se mantuvo junto con su compañero en el asiento del conductor para ayudarse durante el recorrido. Latigueó dos veces, los caballos relincharon y comenzaron andar.

El viento soplaba fuerte, sibilante, como augurándoles un viaje aciago. El camino parecía hacerse más complicado de transitar pues el vardo se zarandeaba de un lado al otro con fuerza, hasta que pasado varios minutos se detuvieron.

Gunthaer, le hizo una señal a Edmond instándolo a estar alerta mientras él se disponía a salir para averiguar lo que sucedía. Al salir, vio que los caballos parecían confundidos ante el fuerte viento mientras la nieve revoloteaba dificultando la visión.

Pasaron varios minutos, lo que inquietó a Edmond, motivándolo a salir al no recibir señal de su amigo. Empuñó su arma. La visión era difícil, pero a escasos metros se veía a dos hombres atacar violentamente a otro que yacía sobre la nieve, la cual que se iba tornando roja.

Entendió que habían sido emboscados y que los gitanos los habían engañado. Al verlos acercarse, en sus rostros una expresión maligna se dibujaba desfigurando su oscura piel. No eran Vistanis, al menos no los que normalmente conocía, sino parias, gitanos expulsados de su clan por ir en contra de sus costumbres y llevar a cabo terribles actos.

Sujetó su espada y se lanzó a combatirlos. Lamentablemente fue superado y herido de gravedad. Justo cuando se disponían a ultimarlo, un terrible quejido se escuchó en el viento, incrementándose y uniéndose otros más. De repente vio como de entre la nieve y la ventisca aparecieron varios cadáveres putrefactos lanzándose contra ellos.

Su visión se volvió borrosa, cayendo en una absoluta oscuridad, mientras escuchaba al viento aullar sumado con los gruñidos de los muertos.

- Miren, miren, lo que he encontrado. – escuchó una voz siniestra que parecía encontrarse cerca a él, mientras la muerte rondaba cerca masacrando a los parias.

Sintió unas manos hurgando entre sus ropas. Soltó una expresión de sorpresa como si hubiera encontrado algo. – Ya veo. Supongo que aún no es tiempo. – se hizo una pausa angustiosa para escuchar un susurro muy cerca de su oído – Olvida… -


Un grito tomó por sorpresa a Naedrik, Keijo y Patrick, viendo a Edmond también despertar sobresaltado. La palidez en su rostro denotaba otro terror nocturno.

Los vio a todos sentados en sus camastros y solo atinó a decirles – Debo matar a Strahd -

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miércoles, 10 de enero de 2024

CAP 3 - V. NEGOCIOS PELIGROSOS

Despertó sobresaltado en su habitación, la cual le habían ofrecido en la casa de invitados de los Ricci. Se encontraba tal cual como recordaba antes de haberse acostado. Un ruido llamó su atención y notó una sombra moverse en la oscuridad para ponerse delante suyo.

- No imaginé encontrarte en este lugar. No puedo dejarte solo por un momento sin que te metas en problemas, muchacho. – aquella voz rasposa y ese tono burlón era inconfundible.

Skypper “Skyp” Redthorne, el viejo Halfling que lo tomó bajo su tutela durante sus primeros años en las calles de Levkarest, alguien en quien aprendió a confiar sus alocados sueños de poder. Era líder de una pequeña banda llamada el Racimo, un grupo de bribones que se ganaban la vida con trabajos particulares, que otros grupos no aceptaban. Con el tiempo Marek decidió seguir su propio camino, separándose del grupo en buenos términos.

Encendió un fósforo para llevarlo su alargada y bien cuidada pipa de brezo, dándole unas caladas rápidas. La trémula luz iluminó por un instante su rostro, vislumbrando los golpes que le habían propinado.

Skyp le contó en breve que había estado siguiendo las actividades de los Ricci por algun tiempo, desde la pequeña maniobra que hicieron con las joyas "perdidas" durante los amoríos de Fiorentine, la hija de Vito; especialmente dado que su contratista, en ese entonces, tenía negocios pendientes que resolver con ellos. Como bien se sabía, muchas familias nobles mantenían muy de cerca a sus "competidores".

Los Ricci buscan tenazmente en convertirse formalmente en una institución bancaria, lo cual le generaría un ingreso mucho mayor a su patrimonio actual y elevando a su familia a un nuevo nivel. Era sabido que sus intereses se habían diversificados apuntando a varios negocios, pero a su vez, se rumoreaba que habían recurrido a uno de los negocios más peligrosos que existían, la guerra.

Con el tratado de las cuatro torres en vigencia, muchos de los dominios circundantes habían adoptado políticas de defensa constante contra las incursiones del sanguinario Vlad Drakov, lo que los había llevado a gestionar contratos con investigadores para que pudieran fortificar sus fronteras. El patriarca, Vito Ricci, vio la oportunidad de extender sus contactos más allá de Borca y establecer alianzas que le permitan afianzar su poder alejado del escrutinio de los Dislisnya. Por lo que a través de terceras personas había estado subvencionando agrupaciones que abiertamente hubieron causado desmanes en diferentes lugares del dominio. Sin embargo, ahora que estas agrupaciones parecieran haber adquirido demasiado poder, vieron por conveniente deslindarse de sus actividades y no dejar cabos sueltos que los relacionen, de tal manera que ahora apoyarían a los Gemelos para hacer frente a esta amenaza interna y ganarse su confianza.

Lamentablemente, durante su última incursión fueron traicionados y emboscados. Perdió contacto con Wreakon y Rowan no teniendo noticias suyas. Pero mayor era su temor al no saber nada de su joven pupilo Preevat.

De repente, el grito de una mujer interrumpió su conversación. Hicieron silencio tratando de dilucidar lo que sucedía. Un traqueteo se acercaba deteniéndose abruptamente, hubo una pausa y de repente la perilla de la puerta donde se encontraban empezó a moverse como si alguien intentase ingresar. Skyp había asegurado la puerta, como era su costumbre. Marek imaginó la expresión de sorpresa en el rostro de su amigo al ver como la puerta se abrió, dando paso a una silueta presurosa y agazapada, mientras cerraba la puerta con cuidado y ponía nuevamente el seguro. La mujer no se había percatado de las dos personas que ya habitaban en ese lugar.

Skypper la reconoció a pesar de la escaza luz. Nicoleta Boqcur, una joven media elfa, hermosa, protegida de Giovanni Ricci, quien encargaba de administrar los negocios de comercio fluviales para el transporte de grano proveniente de Falkovnia, para abastecer las bodegas de algunos nobles. Los rumores indican que era el interés amoroso de Giovanni, pero al parecer ella no correspondió a sus avances. La posición que ocupaba tenía cierta relevancia y la competencia, leal y desleal, la consideraban peligrosa no solo por el hecho de ser mujer sino porque estaba haciendo un trabajo que sumaba puntos a los Ricci. Cada trimestre Giovanni los reunía para revisar los libros, pero algo inesperado requirió su presencia con mayor anticipación, al parecer había llegado a los oídos de la familia que se estaban desviando recursos con otros fines.

Al parecer, se habían tomado medidas para que no llegase a salvo a dicha reunión para exponer su caso.

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CAP 3 – IV. ¿POR QUIEN CHOCAN LAS ESPADAS?

- Estos son más despojos que soldados. Es inútil continuar con ellos y especialmente en estas condiciones – la inquieta voz del encorvado ayudante se hizo escuchar por encima de los ruidos del lugar.

- ¿Pones en duda mis procedimientos? ¿mis métodos? – el delgado hombre en traje militar le respondió con cierta parsimonia, haciendo una pausa como esperando una respuesta que sabía no obtendría, pues sabía muy bien que su asistente cuestionaba todo. Los monótonos golpeteos metálicos parecían formar parte de la tortura.

- Sabe muy bien que es lo que piensa el Kingführer de estas cosas. Nos jugamos el cuello si alguno de sus hombres de confianza se enterase de este plan. Ni siquiera el Ministro consideró tomarlo como uno de sus proyectos, antes nos hubiera colgado de lo más alto de la torre radiante. Solo basta con que algún ambicioso soldado raso tome conocimiento de lo que hacemos aquí abajo. Podemos terminar en la celda más putrefacta de la prisión central, en la arena de los gladiadores o peor aún… - estremeciéndose con solo pensarlo - en sus “jardines” para su deleite. - su mirada furiosa luchó contra la expresión de terror que mostraba, sensación que comprendió muy bien, pues con el tiempo él había logrado disimularlo mejor.

Caminó con el paso firme de un soldado, asomándose por la pequeña ventana que daba hacia la sala de adoctrinamiento. - Solo necesitamos que uno de estos miserables lo logré y veremos los frutos de nuestro sacrificio. – apretando los puños que mantenía entrecruzados en su espalda. - Nuestro éxito está cerca.

En el interior de la sala un grupo de jóvenes soldados se mantenían entrenando arduamente, bajo el ojo vigilante de un maestro exigente, intolerante al fracaso y cruento en su enseñanza. Uno de ellos cayó mientras realizaba una de las maniobras que practicaban al intentar evitar a uno de sus compañeros. Desde el suelo, veía a los demás detenerse alrededor suyo y adoptar posición firme, mientras una amenazante figura se acercó lentamente mirándolo desde lo alto. Una inexpresiva máscara blanca cubría su rostro, varias líneas rojas recorrían su superficie. El joven no fue lo suficientemente rápido, pues el maestro ya le había puesto el pie en su pecho, haciendo presión para que este no se levante. – La victoria no es lo que enseña, se aprende más con las derrotas y los errores. ¿Y qué es lo que no aceptamos en este lugar? – mirándolos a los demás soldados, respondiendo al unísono a la pregunta de su maestro – ¡LA DERROTA!

- Que esto sirva de lección para todos. – les dijo a sus alumnos mientras levantaba la pierna del pecho del soldado para golpear fuertemente su estómago una y otra vez.

Keijo se mantuvo firme junto a sus demás compañeros, mientras el joven caído era aleccionado. Cuando la sangre comenzó a brotar por la boca de su compañero, Keijo cerró los ojos por unos segundos para no continuar viendo, especialmente sabiendo que fue su culpa por la que su compañero trastabillo y cayó.

...

Abrió los ojos para encontrarse sentado frente a Heinzu en la pequeña cabaña cerca al rio. Tomaba el té en ese momento, por un instante una gran rabia lo embargo, pero, así como llegó se fue. Intentó preguntarle algo, pero la inseguridad lo detuvo. Heinzu se percató y continuando con su ceremonia le dijo. – Si preguntas ahora, sentirás vergüenza tan solo un momento. Si no lo haces podrías sentir vergüenza toda la vida – colocando la tetera en el fuego.

Se armó de valor y articuló su inquietud de la mejor forma que pudo - Maestro, ¿Por qué combatimos? Me enseñas a combatir, pero siempre me hablas de paz. ¿Cómo es posible eso? – dejando la tasa a un lado e inclinándose levemente hacía adelante esperando su respuesta.

- Va a llegar el momento en que va a ser mejor ser un guerrero en un jardín, que ser un jardinero en una guerra. – tomó un sorbo de su té y dejo la tasa a un lado. Se puso de pie y continuó, pero el tono de su voz se tornó sombría. - Sin embargo, cuando hayas de golpear, hazlo de tal manera que tu enemigo no sea capaz de regresarte el golpe. – se giró, dándole la espalda, para mirar el bosque que los rodeaba.

Keijo, aún con el recuerdo del soldado caído y el sentimiento de culpa, replicó – ¿Y la piedad, Maestro? ¿No hay lugar para la misericordia? – un intenso dolor se manifestó en su estómago. La tetera comenzó a hervir, emitiendo un largo e incómodo pitido. El vapor se hizo más y más denso, cubriendo el lugar con una cálida bruma blanca. La voz de Heinzu se escuchó desde la niebla cuyo tono se había vuelto más agresivo y siniestro - La lluvia solo es un problema si no te quieres mojar – una cabeza se asomó entre la niebla, portando una máscara blanca con una mueca burlona, de su boca brotaban dos filas de colmillos y de su frente sobresalían dos cuernos de color rojo – Está en camino y viene por ti. - 

...

Keijo se puso rápidamente en pie adoptando posición defensiva. Estaba en desventaja pues no contaba con su equipo habitual, sin armas ni armadura, solo con prendas mínimas y unas cuantas vendas. Tan inexplicable era para él su situación, pues no comprendía como la vieja cabaña había vuelto a cambiar a un amplio salón a mitad de la noche. Naedrik y Patrick lo veían preocupados desde los camastros en los que se encontraban, aunque la expresión en sus rostros le resultaba más comprensiva que de reproche.

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