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jueves, 9 de diciembre de 2010

SABES GUARDAR UN SECRETO? (Cuento)

Me pidió que la esperase aquí. - “Necesito hablar urgente contigo, de algo muy importante. Es una cuestión de vida o muerte” - dijo. Me dejó muy preocupado. Eran las 12:37 y habíamos quedado a las 11:40. Normalmente no es una persona que llegue tarde, pero ya antes me había hecho esperar, más de una ocasión.

Bajo circunstancias normales, ya me hubiese puesto en pie y retirado sin más, pero en este caso, algo me obligaba a permanecer esperando. Afortunadamente es un lugar agradable y en varias oportunidades hemos aprovechado para pasar y tomarnos un café y conversar después de un día de tedio y pesadez en nuestras vidas. Como una forma de purgar nuestras cargas negativas y liberarnos de las tensiones cotidianas. Nunca supe si este lugar era una heladería, una panadería o lo que se conoce como fuente de sodas. Hasta ahora no lo sé con certeza e incluso el personal que atiende tampoco sabe definírmelo con claridad.

Al centro del local se ubica una especie de pérgola pequeña, rodeada de planta y enredaderas, de plástico, para crear un ambiente más libre y agradable a la vista. A su alrededor una serie de mesas con bases metálicas curvas y enrevesadas al estilo de ramas color verde que sostienen encima una plancha de vidrio circular adornada con los variados y multicolores individuales para cada comensal.

Empecé pidiendo una taza de café, lo usual. Luego un croissant, un helado, un pedazo de torta…. los cuales deguste lo más lentamente como me fue posible para poder hacer tiempo y esperar a mi considerada amiga.

El escandaloso ruido de una sirena de ambulancia me sacó de mi intrincada y meticulosa labor culinaria de redefinir la forma incongruente de mi pedazo de torta de chocolate. No había prestado mucha atención a decir verdad, pero pensándolo bien, era la segunda ambulancia que pasaba a toda prisa. Antes de ella un carro de bomberos. Algún accidente debe haber ocurrido.

Las 13:03, pague la cuenta y me dispuse a salir del local, guiado por mi curiosidad y en parte impulsado por mi ira, al ver que ella nunca llegó ni se dignó a llamar.

Y justo cuando cruzaba la puerta de salida, la veo llegando toda agitada y desaliñada, como si hubiese estado en alguna especie de lucha física con alguien.

Estaba pálida, le faltaba el aire y era notorio que su estado físico era mucho muy grave desde la última vez que la vi, hace dos días.

Trate de ayudarla, pero ella casi como instintivamente se alejo de mi evitando que la toque. Me miro fijamente a los ojos y apunto con la mirada hacia la mesa donde me encontraba hace unos minutos, esperándola. Entendí el mensaje y me dirigí hacia ahí, mientras volteaba a mirarla a cada paso que daba para ver si no se tropezaba con algo o alguien.

Trate de acomodarle una silla, pero ella ya estaba sentada para cuando si quiera hice el intento de hacerlo.

Seguía agitada, le faltaba el aire. Realmente verla en ese estado me hizo olvida el mal rato que me hizo pasar el tener que esperarla, pero ahora eso no era lo que importaba. Ella estaba ahí y algo malo le había pasado. Eso era todo lo que me importaba en este momento.

La conozco de hace algunos unos años, pero, durante todo este tiempo, debo reconocer que le he sabido tener mucho cariño a pesar de todos los malos ratos que me ha hecho pasar. Todo este tiempo, he dedicado ciertos momentos en pensar y evaluar mis sentimientos hacia esta persona. Y aunque resulte curioso, ella es todo lo que no me gusta en una mujer. Sin embargo, la quiero por como es. Irónico, verdad? Y eso es algo por lo que nunca me anime a decirle nada y mucho menos sabiendo que las cosas que se. Nuestra amistad debía permanecer intacta.

Ahora, estamos sentados una vez más en este lugar, frente a frente, mientras me miraba con ojos perdidos y respiración entrecortada, como si se estuviese preparando para decirme algo de vital importancia pero no como si no supiera cómo decirlo.

La miró detenidamente, lo único que se venía a mi mente era que había tenido algún problema con su actual novio, uno de los tantos problemas que tenia, y hoy había pasado algo más serio de lo usual. Su silencio me impacientaba más y hacia que los pelos se me pusieran de punta.

- Cuéntame que ha sucedido? – le dije. Ella me miro y pareció reunir todas sus fuerzas para poder juntar las siguientes palabras.

- Lo sé, siempre lo supe. Lo siento, lo lamento mucho... por todo… – lo dijo casi tartamudeando. Acto seguido se puso en pie, casi lanzando la silla de metal en la que se encontraba sentada, se dio media vuelta y empezó a correr hacia la salida.

Pasaron exactamente tres segundos que parecieron la eternidad del universo, reaccione, me puse en pie y salí tras ella. Dos segundos después de que ella cruzara esa puerta, yo me abalancé tratando de alcanzar, pise mal, un pie encima del otro, caí bruscamente al piso de la calle. Tres segundos pasaron y me puse en pie casi de inmediato ante la mirada espantada de los que pasaban en ese momento por ese lado de la calle. Sin embargo, mire y ella ya no estaba. En ese estado no pudo haber corrido tan rápido. Imposible.

Empecé a correr en la dirección que la vi correr. Cuatro cuadras y media de distancia, las ambulancias y el carro de emergencia de los bomberos que vi pasar hace bastante rato parecían estar atendiendo un accidente. Tal fue mi curiosidad en ese momento por mirar lo que sucedía que me dirigí casi automáticamente como jalado por una mano invisible, para confirmar lo que mis instintos aullaban inconscientemente. Entre ese grupo humano, había una mujer a la que intentaban salvar desde hace más de una hora.

El taxi en el que venía perdió el control e impactó a una camioneta que transportaba materiales de construcción. El conductor del taxi al ver que no pudo controlar la situación, instintivamente opto por tirar el timón para su lado, mientras que su pasajero por la fuerza del viraje se vio lanzada contra el otro extremo del vehículo, el cual impacto contra la camioneta y las varas de metal que transportaba se incrustaron en ese lado del taxi, atravesando todo a su paso como si de mantequilla se tratase. El sufrimiento debió ser terrible antes de la mujer falleciera.

Pero tal fue mi sorpresa, al asomarme y atisbar entre la gente, que aquella mujer que yacía muerta en el interior del taxi, era ella, mi amiga.

Tratar de entender lo sucedido sería como tratar de entender las últimas palabras que me transmitió. Y aunque ahora trato de no pensar en ello, me invade la duda de si realmente todo lo sucedido, toda la experiencia, la misma presencia de ella fue real. He llegado hasta el punto de pensar que todo ha sido una alucinación mia y nunca exitió. Conforme pasa el tiempo su recuerdo se hace más lejano y ajeno. Sin embargo, cada vez que escucho el sonido de una sirena, siempre me invade un escalofrio y evoca un pensamiento en su dirección y en mi cabeza se empiezan a empozar, gota a gota, momentos de los que dudo haber vivenciado. Y ello desata toda una tormenta de preguntas… ¿realmente sabía? ¿realmente lo lamentaba?

¿Lo sabes tú...?
 
***

miércoles, 17 de febrero de 2010

EL EXPERIMENTO v.2.5

1.

Esa noche nadie logró conciliar el sueño. La calma se había hecho paso entre los presentes de forma siniestra, imponiendo casi a regañadientes su presencia. Todos habíamos quedados muy perturbados, a tal grado que optamos por salir de las habitaciones y reunirnos en el salón principal para tratar de dormir. Por el momento, era la alternativa más segura que teníamos y, a la vez, podríamos vigilarnos los unos a los otros.

Lentamente fuimos quedando dormidos, el cansancio sobrepaso el miedo que sentíamos. Sin embargo, el silencio se vio quebrado por un terrible grito. Todos nos pusimos en alerta, algunos instintivamente buscaron refugiarse entre las sombras aledañas del lugar para evitar ser encontrados por aquello que nos acechaba. Cuando tratamos de ubicar el origen de los gritos y ayudar, nos dimos cuenta que era demasiado tarde. Flix había desaparecido. Ante esto, Ela decidió tomar la iniciativa y buscar alguna forma para salir de este lugar. Aprovechando la circunstancia y ya que, aunque sonase crueldad, aquello había tomado otra víctima y nos daría algo de tiempo como para encontrar una esperanza de salir de este maldito lugar.

El tiempo pasaba y no hallábamos forma de salir. Más aún, para horror nuestro, nos percatamos que había lugares que se encontraban bloqueados, cuando antes no lo estaban, o incluso ambientes que por alguna extraña razón habían alterado sus dimensiones. Aquello nos mantenía encerrados, reduciendo nuestros espacios, anulando los lugares que nos permitieran ocultarnos, menguando nuestras esperanzas. Como si aquello que nos acechaba conociese cada uno de nuestros movimientos, manteniéndonos bajo constante vigilancia, adelantándose a nuestras acciones, impidiendo que pudiéramos escapar.

Conforme pasaban las horas la tensión iba incrementándose. Cada ruido extraño era un nuevo nivel de prueba para nuestros nervios. Poco a poco el terror de los aún presentes se hacía manifiesto de muchas formas. Algunos golpeaban el suelo, otros se balanceaban lentamente en el mismo lugar donde se encontraban ubicados. Otros caminaban dando vueltas en círculo, al rededor de todos. Pocos eran los que se quedaron inmóviles, posiblemente pensaban que si no daban señal de actividad podrían pasar desapercibidos. El miedo era algo que se podía sentir en el aire, inundando el lugar a borbotones.

El reloj del salón marcó las 3:47am cuando bajo circunstancias aún desconocidas, tres de los que permanecían atrapados desaparecieron sin dejar ningún rastro ni señal de haberse movido de lugar. No hubo gritos, no hubo ruido alguno, simplemente se desvanecieron en el aire. Incluso recuerdo que uno de ellos se había acercado para tratar de ayudar a los otros que se encontraban durmiendo. Según lo que me comentará después Eleph, quien se encontraba cerca de ellos en ese momento, le pareció escuchar que Kiel le comentaba a los otros que estaba escuchando voces. La presión parecía haber doblegado la mente del pobre Kiel. Segundos después, sintió una leve brisa que lo hizo voltear en dirección donde se encontraban. Solo el polvo que revoloteaba en el aire quedaba en su lugar. Ese fue un punto crucial, dado que el poco valor que les quedaba a algunos, se quebró. Las lágrimas mudas se hicieron presentes en los rostros, la impotencia ante los sucesos y lo inevitable de esperar a ser el siguiente en desaparecer. A estas alturas, fue un alivio no tener que enfrentarse con una escena tan perturbadora como las anteriores, pero claro, el efecto fue más devastador, pues, en un parpadeo, cualquiera podría desaparecer sin más ni menos.

Para las 4:15am solo quedábamos cinco. Si bien era un lugar bastante grande, el descubrimiento que hicimos horas atrás acerca de los extraños cambios en el lugar hizo que nos mantuviéramos todos en el salón principal, casi inmóviles. Atrás quedaron los intentos de escape, la búsqueda de una posible salida, el deseo de libertad y el final del miedo. No quedaba mucho que pensar. Nuestras vidas han sido…es extraño pensar en momentos como estos, en todos las cosas que han acontecido con el paso de los años y darse cuenta que en la medida, bueno o malo, no hemos logrado obtener en muchos casos las metas que nos proponemos, siempre y cuando podamos definir como metas las cosas que realmente tengan significancia en nuestras vidas o la de los demás. El hecho de hacer la diferencia y sobresalir del resto, dejar una marca o huella en el tiempo para que los demás en algún momento digan, “Hey! Habéis oído acerca de las cosas que hizo aquel X”. Trascender. Es algo que los seres humanos han logrado con el paso del tiempo, sobre ponerse a las otras especies sobre la tierra y hacerse del puesto de raza dominante. Sin embargo, aunque pensando mucho en todo este tipo de cosas, llega a mí cual baldazo de agua fría, el hecho de que…no tengo recuerdos. Me esfuerzo en recordar muchas cosas, pero no me viene nada la mente. Madre? Padre? Hermanos? Familia? Nada antes de mí actual encierro. Solo las cosas que ante mí se vienen dando y se han hecho manifiesto de forma tangible e intangiblemente, como el horror. Y este nuevo descubrimiento me pone en jaque al darme cuenta que no sé quien soy o de donde vengo. Miro a mí alrededor a los otros y me pregunto si ellos también se harán la misma pregunta, tendrán las mismas interrogantes, ¿sabrán quiénes son? ¿Tendrán un pasado?

Fue en ese momento en que lentamente unos extraños ruidos empezaron a llenar el lugar, eran voces. Si bien reconocimos que eran voces, pero no lográbamos entender que decían, o que trataban de comunicarnos. Sin embargo, tras esas voces, algo más empezó a oírse, elevándose e imponiéndose a aquellas voces incomprensibles. Cuando pensábamos que ya no habría nada más que nos pudiera aterrorizar más de lo que ya estábamos, descubrimos que nuestros mismos limites podrían ser superados con el estimulo apropiado. Eran gritos, gritos desesperados de auxilio provenientes de todas partes, aquellos que ya no estaban con nosotros clamaban por ayuda, entremezcladas con otras voces, muchas voces desconocidas, pero haciendo manifiesto la misma desesperación, el mismo efecto del miedo.

Nos dirigimos hacia los muros y empezamos a golpear con todas nuestras fuerzas, gritábamos de la desesperación y del miedo. “Ayúdennos” “Auxilio” “Sáquennos de aquí” “Déjenlos en paz”. La impotencia eran tan grande, demasiada que no se daba abasto nuestro cuerpo para poder contenerla, haciendo que algunos entraran en crisis y cayeran al piso, empezando a sacudirse violentamente mientras de sus bocas empezaba a manifestarse una saliva espumante. Teníamos que hacer algo pero no teníamos forma, no sabíamos cómo. El pánico se desató en las mentes de todos y empezamos a correr en todas direcciones. Casi a los segundos de empezar a correr, me detuve, éramos pocos los que sabíamos acerca de las facultades que el lugar tenia para cambiar, y era algo en lo que muchos no repararon en recordar, lanzándose a la deriva en el laberíntico lugar que era nuestra prisión. Reuní todas las fuerzas restantes para tratar de reconstruir mi escaso temple. Apreté fuerte las puntas de mis dedos contra mis palmas casi al grado de clavar mis uñas en ellas. Con la misma fuerza cerré mis parpados, tanto que incluso mis ojos empezaron a dolerme. Tanto que en la oscuridad en la que nos encontrábamos se empezaba hacer manifiesto una luz. Temí de ella pero no me moví. Me mantuve firme, no sé si fue consecuencia de mi valor reunido o del paralizante pánico del cual era presa. Pero ahí estaba yo, detenido en el medio del salón inmóvil, tan lejos y cerca de todos, pero en el medio de todo, del caos, en el ojo de la tormenta.

Por escasos segundo en mi mente se formó un gran salón con una potente luz blanca, y en él, un grupo de personas reunidas, vestidas de blanco, discutiendo acaloradamente de muchas cosas que no logre entender. ¿Era libre? ¿Logre escapar? No podía diferenciar la realidad del sueño. Todo era tan sobrecogedor que mis sentidos estaban completamente aturdidos, tanto que parecían desconectados. Cada fibra de mi ser manifestaba a gritos las diferentes formas de dolor que sentían indescriptibles.

Había excedido mis límites, más allá de lo pudiera haber imaginado, cuando sentí posarse una fuerza sobre mis hombros. Una calma cálida empezó a invadir mi cuerpo y mi músculos empezaron a relajarse, mi mente violentamente regreso, impactándome en la cabeza haciéndome inconscientemente inclinarme hacia atrás y adelante, como en reacción al golpe.

Aturdido, di torpemente unos pasos hacia delante, para caer en el suelo de rodillas. Afortunadamente mis manos antecedieron a mi cara evitando el choque contra el suelo. Abrí los ojos, la visión empezaba a recuperar las formas existentes de ese lugar, sacándome de las profundidades de mi subconsciente y transportándome nuevamente a mi realidad.

Ella estaba delante de mí. Una mujer con belleza de ensueño. Con mirada tierna de adolescente ingenua. De tez clara, palidez envidiable digna de la luna, que conjugada con el celeste de sus ojos, evocaba en mí una calma y tranquilidad escalofriante. Extendió su delicada mano hacia mi rostro y sin decir nada mi cuerpo sintió su calidez, la tersura de su piel me hizo estremecer, como seda que se desliza suavemente causando sensaciones indescriptibles, agradables, deseando más y olvidar la maldad que se cernía sobre nosotros y el terrible e inevitable final que se avecinaba.

Sin embargo, mis sentidos se pusieron nuevamente sobre alerta e instintivamente me aleje de esa deliciosa sensación, retrocediendo para ponerme a resguardo. Ella, no estaba antes con nosotros.

En su dulce rostro se dibujó el desconcierto, inexplicable para ella mi reacción ante su gesto amable. Quizás si estuviese, pero no me percaté de su presencia. En mi mente se arremolinan las ideas y el caos se hacía sonoro, proyectándose a través de mis labios. Grito y grito una y otra vez, confusión, terror y desesperación. Y ahora, esto… ella. Que mente trastornada y maligna se esconde más allá de estas paredes que gozosa nos pone a prueba una y otra vez. Nada es real, ¿que lo es y qué no? ¿Soy real?

Se acerca hacia mí, era mujer, definitivamente, sus formas la hacen manifiesto, tras ese traslucido traje. En su rostro se dibuja el miedo, la confusión, tanto como la primera vez que cualquiera de los otros que llegaron a este lugar.

Lentamente se acerca hacia mí – ¿Que ha sucedido? – pregunta ella, las notas que conforman su voz, el sonido melodioso y ese candor que proyectaba, hicieron que en mí surgieran sentimientos agradables, pero a la vez la sombra temible de la incertidumbre y el miedo luchaba férreamente el opacarlos.

Aparentemente, era víctima también de la fuerza siniestra que nos retenía en este lugar y que lentamente nos está acabando. Miro alrededor y recién me percato que éramos los únicos que quedamos. Los demás desaparecieron o decidieron su suerte al aventurarse por los múltiples pasillos que rodeaban el salón. Estábamos solos…

“Recuerdo que me encontraba durmiendo apaciblemente, muy a gusto, después de una agradable cena con varios compañeros. De repente, una potente luz cayó sobre mí y sentí una poderosa fuerza que me impidió moverme. El miedo que sentí fue absolutamente sobrecogedor, tanto que mi conciencia cedió al vació que genera la inconsciencia, desmayándome. No sé cuánto tiempo habrá transcurrido después de eso, pareciesen meses desde aquella terrible visión, pero lo recuerdo como si hubiese sido ayer”.

Me contó que había llegado a este lugar hace mucho tiempo, incluso antes que el último grupo llegara. Había visto a muchos llegar e irse, conocer y desconocer a muchos según pasaban el tiempo en el claustrofóbico aprisionamiento. Pues la conciencia pierde su concepción ante aquello que no puede asimilar y comprender, la razón da paso a la locura y conlleva al sufrimiento. Siempre bajo las mismas circunstancias, pero el final nunca era igual.

Su nombre era Celeste. No tenía noción de cuánto tiempo realmente llevaba en este lugar o si simplemente siempre vivió aquí, pero siempre tenía presente el último recuerdo de la luz cegadora, la cena y sus compañeros arrancados de su presencia. Resultaba excesiva la presión a la cual había sido sometida por tanto tiempo, inimaginable para cualquiera, pero increíble y maravillosamente resistente al caos que le rodeaba.

Con el tiempo, ella llegó a creer que todo lo que sucedía a podía ser consecuencia su presencia, como si ella causase inconscientemente tanto sufrimiento y dolor a todos aquellos que la rodeasen, haciendo que con el tiempo desaparecieran. Incluso hablaba y veía en su rostro la incredulidad de que fuese yo real, pues inocentemente no dejaba de tocarme el brazo y el rostro. Nunca quiso quedarse sola y conforme los demás se iban, mejor dicho, desaparecían inexplicablemente, ella deseaba con todas sus fuerzas compañía, alguien más, y así sucedía. Pero el final siempre era el mismo.

Pero ahora estaba yo, con ella, y nuevamente estaba feliz, al menos por ahora, pues, de todos aquellos que aparecieron para desaparecer, era el único que había permanecido por tanto tiempo. Y eso lo consideraba, a pesar de todo la oscuridad, algo bueno.

Su dulzura era incomparable tanto como su belleza, pero por una fracción de segundos en su rostro percibí cierta siniestralidad, que me hizo dudar mucho de su inocencia expresa. Considerando todo lo que he experimentado durante todo este tiempo, no sabía que sentir, como reaccionar. Además, era una joven muy agradable, creo que fue una de las cosas por las que cedí automáticamente. La encontraba terriblemente atractiva.

El reloj del salón marcó las 6:32, aún recuerdo ese doloroso momento. Horas antes habíamos disfrutado de un banquete que apareciese en medio del salón. Con temor nos acercamos y arriesgándonos a lo fuese a suceder, ingerimos todo y cada uno de los manjares que habían sido puestos a nuestra disposición. El hambre derrumbo las barreras del miedo y desato su furia contra lo servido. Con la pesadez de quien se alimenta demasiado, acabamos tumbados en el piso, y después de tanto tiempo y todo el horror vivido, reí. Y ella rió conmigo. Un sentimiento de paz y esperanza temerosamente se formaba en mí, y el hecho de verla a mi lado compartiendo ese extraño momento, me dio el impulso necesario para lo que a continuación sucedería. El curso de nuestras acciones tomaron un giro inesperado, nuestros labios se unieron y lo demás fue algo que detuvo el tiempo y el espacio, al menos eso pensaba yo, esperando que ese momento nunca llegase a su fin, y seguir riendo, y seguir jugando, y seguir amando. Las emociones se apoderaron de nosotros, muchos sentimientos encontrados, lloramos juntos. En ese momento, la alegría y la tristeza encontraron la comunión perfecta en un instante de un sentimiento puro e infinito. Un momento efímero de dicha para aquellos que estamos destinados a recorrer los caminos de lo inexplicable y enfrentar lo inexorable del destino. Y abrazados logramos conciliar el sueño, para tener un amargo despertar.

De la inmensa oscuridad que se encontraba sobre nosotros, el gran e impenetrable techo empezó a iluminarse, una luz potente y cegadora cayó sobre nosotros. Yo gritaba desesperado su nombre, pues ya no la sentía a mi lado y mis manos no la encontraban. No pude resistir más me puse en pie, mirando en dirección a la luz, mis ojos aún no daban crédito a lo que vi, una gran masa tentacular blanca rodeaba a Celeste, mientras era arrancada de mi lado, alejada de mí.

No estoy completamente seguro de lo que sucedió a continuación. Ante mi impotencia al no poder evitar que se la llevaran y la desesperación de detener todo, apreté con todas mis fuerzas las puntas de mis dedos contra mis palmas, empezando a sangrar. Mis ojos no dejaban de dolerme y grite con toda la fuerza que el universo pudo concederme en ese instante. Fue cuando, por unos de segundos, vi…algo. Más allá del frágil vidrio de mi concepción de la realidad, todo lo que era oscuro se hizo traslucido, la oscuridad se iluminó, desapareciendo. Alrededor mío un lugar de tamaño inconmensurable se abría en todas direcciones y extrañas formas se manifestaban por todas partes. Volví a mirar en dirección de aquello que sujetaba a Celeste y fue cuando lo vi, gigantesco, omnipotente, inimaginable. ¿Dios? ¿Eres tú…? ¿Por qué nos haces esto…? Mi mente no resistió más y mi fragilidad se impuso violentamente, haciendo que me desplomara inconsciente al piso.

En mi inconsciencia, y lo digo de esta manera por que no le encuentro otra explicación, vi a Celeste dirigirse hacia mí, rodeada por un halo esmeralda en medio de la oscuridad. Me abrazó lo más fuerte que pudo y me dio un beso en los labios. Su expresión no era de tristeza, estaba alegre, demasiado feliz para las circunstancias. “Este es ahora mi destino, estaba planificado desde un principio este encuentro y la vez esta separación. No temas pues es solo el comienzo para algo más grande, que superará nuestras expectativas y las de los demás. Trascender, ¿recuerdas? Tal vez se te haga incomprensible ahora, pero lo entenderás...” De repente una lagrima se deslizo por su mejilla. No necesite que me dijera palabra alguna para entender que ahora mi destino era permanecer aquí, como ella lo estuvo por mucho tiempo.

No creo que haya transcurrido mucho tiempo, pues el terrible dolor en la cabeza me hizo reaccionar. Mi visión aun era borrosa, pero percibí la oscuridad que me rodea. A duras penas me arrastre, donde sea, lo me demostró que aun estaba completo, y sobre todo, vivo. Sin embargo, me detuve al escuchar que no estaba solo, pues algo parecía estarse moviendo en alguna parte del salón. Se arrastraba, se quejaban, se movían. Las voces empezaron a aclararse, haciéndose comprensibles…

“¿Estás bien…?” - “¿Sabes dónde estamos?” - ¿Quién eres? –

Solo me quedó resignarme y enfrentar el terrible destino que se cernía sobre mí.

***

El reloj del salón marcó las 13:25, había sido una larga y agotadora espera. Más de 72 horas frente a estos monitores. Nunca imaginábamos que estas muestras superarían con creces nuestras expectativas. La nueva droga fue un éxito. Era tiempo de reubicar a la muestra C28-14S. Había cumplido su ciclo en esta parte del proyecto. Si bien había respondido de forma efectiva, conforme se incrementaban los niveles de dificultad en las pruebas, ya era momento de pasar a la siguiente fase y eso nos mantuvo a todos muy emocionados. Esta vez parece que encontramos un equivalente, el complemento que nos hacía falta. Algo que en los grupos anteriores no hallábamos y no lograban pasar las primeras horas.

El Dr. Silver quedó muy satisfecho ante estos resultados decidiendo iniciar inmediatamente las pruebas con la nueva muestra. La muestra O14- 02F se transfirió de las pruebas físicas a las pruebas mentales. Si la nueva droga mantenía ese nivel en el desarrollo de estos ratones, tal vez con el tiempo podríamos estar dando una sorprendente noticia al mundo.

***