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sábado, 5 de diciembre de 2015

UN VIAJE MUY ACIDO (Cuento)


1.

Era una noche como cualquiera, una de esas en la que los amigos se reunían para pasar el rato a compartir las cosas que habían acontecido en la semana. Aficionados a las sustancias ilícitas, Jerik Lurmi y Eriem, se disponían a preparar el producto color celeste que había conseguido Lurmi obtenido en su nuevo negocio. Les contaba a sus amigos que se había agenciado este producto de su proveedor sin que él se diera cuenta. Según lo que había escuchado prometía darles un viaje como ningún otro.
 
Jerik se puso en pie y dispuso los implementos de siempre para preparar la dosis para todos. Sin embargo, el alcohol que habían estado consumiendo había tenido efecto en sus sentidos, distorsionando su pulso y visión, pues no se dio por enterado que se había excedido en una de las dosis, por estar espantando unas moscas que lo atormentaban.
 
Eriem jugaba con un viejo bate de baseball metálico, lanzando batazos al aire y gritando jubiloso como si hubiese conectado el golpe ganador a una extraña bola imaginaria que por alguna funesta razón visualizaba con el rostro de alguien a quien le guardaba un terrible rencor. Celebraba emocionado.
 
Lurmi, terminaba su vaso con licor y se acercaba tambaleante donde Jerik reclamándole por la demora. Su amigo, al verlo señalo con un gesto hacia la mezcla que se encontraba lista para servirse.
 
Los tres se reunieron alrededor de la vieja y maltratada mesa de comedor que Jerik había conseguido barata en un remate. Lurmi, continuaba contándoles lo que sabía del producto y de lo especial que parecía ser. Lo habían conseguido de un laboratorio en el centro donde se realizaban pruebas médicas. Se rumoreaba que este era un proyecto destinado para el tratamiento del sueño y que fue desactivado por los efectos secundarios que tenía en los sujetos de prueba, ya que resultaba extremadamente alucinógeno, tornando a la gente muy violenta. Sin embargo, su “Alquimista”, como lo llamaban en el entorno, había hecho ajustes que permitían eliminar los riesgos mencionados. Los clientes a los que se les habían vendido el producto regresaban satisfechos por más sin mostrar efectos perjudiciales.
 
Le explicaron los detalles del trabajo necesario para prepararlo y masificarlo. Como todo producto nuevo su distribución pudo realizarse a un buen costo. La respuesta fue inmediata y la demanda se disparó en la primera tanda que sacaron. Los clientes habituales los buscaban desesperados pidiendo una nueva dosis. Muchos de ellos mencionaban experiencias alucinantes jamás antes experimentadas.
 
Lurmi no podía dejar pasar la oportunidad y ante tal respuesta se dispuso el ponerla a prueba. Llamó a sus viejos amigos para reunirse y aprovechar la oportunidad para brindar.
 
Vertieron la dosis en un vaso con agua helada, tomando una coloración azul intensa al principio y conforme lo mezclaban en el agua se iba aclarándose, tornándose celeste. Levantaron los vasos y brindaron hasta ver el fondo del vaso.
 
Se miraron por unos segundos a la espera de los efectos.
 
Nada.
 
Lurmi extrañado pensó que lo habían engañado con el producto o de repente se había equivocado en la mezcla. No se había percatado que estaba levantando la voz enfurecido. Jerik se reía a carcajadas de la situación pese a encontrarse deprimido. Eriem, tomo nuevamente el bate y se puso a golpear al aire, sentía que sí o sí hoy lograría conectar un Home Run.
 
Lurmi, es de esas personas que durante su vida había sufrido mucho. Perdió a su padre a muy temprana edad. Su madre lo maltrataba siempre que podía ya que tendía a estar más tiempo fuera de casa trabajando para poder cubrir los gastos, pero cada vez que estaba en casa se la pasaba haciéndolo culpable por cualquier cosa que se le ocurriese sin dejar de propinarle una buena tunda.
 
Su frustración fue tan grande que perdió las ganas de continuar en este mundo tomando una terrible decisión. Ese día estaba dispuesto a lanzarse del Puente de La Guardia, donde la profunda caída conducía a un empedrado amplio por el que alguna vez se vio correr el Rio de la Cuerva. Sin embargo, el destino tenía planeado otra cosa, pues fue por esos malabares del destino fue ahí donde conoció a Eriem, quien coincidentemente había tomado la misma decisión. Al verlo, Lurmi recobró el sentido y se acercó donde el delgado, pálido y depresivo muchacho que permanecía inmóvil del otro lado de la baranda, quien al verlo no dejó de observarlo como si hubiese visto al mismo diablo.
 
Así fue como se conocieron y se hicieron amigos. Jerik se les unió meses después. Un muchacho de gran carisma y de familia acomodada, pero su forma desenfadad de ver la vida lo alejó de todas las comodidades que su familia le ofrecía, sumergiéndose en la crueldad del mundo real y un vida dura sin lujos. A parte de ello, Jerik tenía una condición física desde muy pequeño, consecuencia de un accidente de tránsito en el que se vio afectado junto con sus padres, que a pesar de años de tratamiento, quedó con una marcada cojera y un intenso dolor que debía controlar con medicamentos. Así fue como conoció a Lurmi, pues al buscar una medicina efectiva que le calme el dolor terminó aterrizando en el mundo de las drogas.
 
Lurmi continuaba consternado luchando entre la frustración de haber sido engañado y la decepción de que Jerik se pudiese haber equivocado al prepararlas las dosis. Eriem lo miraba con aire divertido, mientras balanceaba el bate, hasta que se percató de la pequeña figura oscura semejante al de una niña que se asomaba detrás de la mesita, observándolo fijamente con sus grandes e intimidantes ojos color celeste.
 
Eriem se quedó hipnotizado mirándola moverse rápidamente, como si tratase de ocultarse de los otros amigos. De repente ella saltó de un lado a otro de la habitación, de una pared a otra, con una gracia y velocidad sorprendente.
 
Jerik, no dejaba de carcajearse brotándole las lágrimas a chorros. De repente, un ruido extraño puso fin a su alegría de golpe, un golpe que hizo un eco perturbador en la habitación.
 
Lurmi, volteó a mirar que había sido ese ruido cuando sintió el fuerte impacto en el rostro, haciéndolo girar sobre sus talones cayendo pesadamente al piso. El cerebro le continuaba dando vueltas. La droga, el alcohol y el golpe que había recibido, convirtió en un desastre su visión. Trataba de enfocarse en aquello que lo había atacado pero solo logró ver una extraña figura oscura con unos grandes ojos celestes escalofriantes que le contemplaban con asombro y curiosidad a escasos centímetros de él. Estiró uno de sus brazos tratando de atraparle pero este no le respondió como esperaba. Cuando parecía ya tenerlo a distancia de una exhalación, sintió el segundo golpe lanzándolo a la inconciencia.
 
2.
 
Lurmi despertó con un fuerte dolor de cabeza. Se llevó una mano a la zona donde el dolor le punzaba y por unos segundos sintió un húmedo y viscoso calor. Miró esa mano pero no había nada. El dolor punzaba terriblemente desde la coronilla. Su desorientación le impidió darse cuenta inicialmente donde se encontraba. Solo hasta el momento en que intento ponerse en pie se dio cuenta que estaba sentado dentro de un auto. Tomó varios minutos para ubicarse. Era un auto antiguo, aparcado a un lado de la calle. No reconocía el lugar, no era su auto, pero sabía que ya no se encontraba en el apartamento de Jerik.
 
Las primeras luces del amanecer aclaraban en el cielo. A unos metros, se encontraba un hombre mayor que acomodaba los periódicos recién llegados en su puesto. Se preparaba para empezar un día más de trabajo.
 
Lurmi salió del auto con dificultad y se acercó donde él, tambaleante. Se puso a su lado y le saludo aún confundido. El anciano le respondió el saludo y le pidió que esperase unos minutos mientras terminaba de acomodar las cosas para poder atenderlo.
 
En los titulares de los diarios vio algo que lo dejo perplejo. “Combate Estelar” era una película que tuvo mucho éxito hace más de 30 años y que según el periódico era anunciada como el estreno de la semana con muy buenas críticas. Pensando que se trataba de una broma, se acercó para validar las fechas de los diarios. Julio 1977. Muy consternado, se acercó donde el anciano y le pregunto por la fecha, quien le confirmó su temor inicial. Trato de entender lo que sucedía, pero el dolor que le retumbaba en la cabeza no le permitía pensar con claridad.
 
Por la misma calle bajaba una joven, ensimismada en sus pensamientos, sin percatarse lo que sucedía a su alrededor. Su rostro se debatía angustiosamente entre los problemas que le aquejaban, mientras en sus ojos se evidenciaba la rojiza marca de haber llorado por largo rato. Sus brazos cruzados a la altura de su pecho sujetaban un bolso grande de tela verde con diseños impresos de una caricatura felina muy popular con varias figuras de niños jugando a su alrededor. Cuando sintió el golpe, fue demasiado tarde, cayó al suelo logrando colocar instintivamente las manos por delante para evitar un impacto mayor. El bolso verde voló a unos metros. A su lado un joven alto de cabello alborotado y aspecto desaliñado caía junto con ella.
 
La miró y sintió una corriente eléctrica que recorrió por todo el cuerpo, casi al punto de sentirse noqueado mentalmente. Se levantó cual resorte y la ayudó a la joven para que se reincorpore. Muy avergonzado se disculpó con ella y le ofreció compensarla por lo ocurrido. Ella se disculpó también por estar distraída y no haberse fijado por donde caminaba.
 
Todo este día parecía ser parte de un perverso sueño, un viaje ácido más allá de todos los que había tenido anteriormente, pero que era tan real.
 
Le ofreció llevarla a casa. Como era de esperarse ella le miró con cierto temor y se negó. Trato de no insistirle de tal forma que ella no se alejara de él pensado que estaba loco, algo que ni él mismo estaba seguro de que no lo estuviera.
 
Buscó un tema de conversación y habló lo primero que se le vino a la mente, contándole acerca de la Serendipia, el hecho fortuito de dar con algo o alguien de forma inesperada sin siquiera estarlo buscando, y como ese hecho podría traer consecuencias que pudieran cambiar de alguna forma el destino de alguien. Ella lo miraba entre fascinada y confundida, pues no tenía la más mínima idea de a qué se refería. Sin embargo, lo dejo continuar con su conversación.
 
Él continuó con su exposición como si de un experto en la materia se tratase. Al final, ella aceptó su oferta con cierto temor. Lurmi le abrió la puerta caballerosamente y le extendió la mano para ayudarle a entrar. Olina, era una joven de 26 años, cabellos largos castaños, delicados rasgos que le hacían parecer estar siempre preocupada por algo pero a su vez de tierna expresión. Lurmi rodeo el auto y subió rápidamente, se acomodó lo mejor que pudo en su asiento mientras colocaba la llave en el contacto. Volteó a mirarla, aún sorprendido de verla ahí con él. Ella volteó temerosa y le preguntó si sucedía algo, él reaccionó y se disculpó. Trató de encender el vehículo pero no pudo. Estaba nervioso. Analizó por unos segundos la situación, repasó nuevamente el tablero del vehículo y volvió a intentarlo. El auto encendió y le preguntó a donde debía llevarla.
 
La garganta se le secó. No sabía que decir. No tenía ni la más ligera idea de lo que estaba pasando ni como había terminado en este lugar, en este tiempo, en estas circunstancias. La joven que se encontraba a su lado, con quien se había tropezado de la forma más inexplicable posible, era su madre 30 años más joven. Las ideas se le atropellaban una tras otra mientras buscaba una explicación, tratando de entender lo que estaba sucediendo. La veía repetidamente, la escrutaba al detalle hasta que en un momento en que Olina acomodó el gran bolso verde que abrazaba celosamente, alzando los brazos hasta la altura de su pecho, dejando al descubierto su sobresaliente panza. Estaba embarazada.
 
Sus manos apretaron duramente el volante, la vista se le volvió a nublar haciéndosele una gran mancha difuminada de colores. El dolor que sentía en el tope de la cabeza, del cual había logrado pasar por alto, se intensificó notoriamente. Por un instante pensó que perdería la conciencia. En ese instante que estaba a punto de caer en blanco, sintió el cálido tacto de Ella. Fue como un golpe que lo hizo reaccionar retomando el control del vehículo. Él volteó a verla y en su mirada se transmitía preocupación, verdadera preocupación por él.
 
Tantos años de maltrato causado por ella en su futuro, tanta humillación, le hicieron desear en varias ocasiones no haber nacido y si hubiese tuviese tenido la oportunidad de poder evitarlo la hubiera aprovechado sin dudarlo para así ahorrarse todo ese sufrimiento, pero ahora, por alguna inexplicable razón deseaba que todo fuese diferente, deseaba poder saber en qué momento fue que todo se torció y poder evitar ese momento. Corregir las cosas para que todo sea mejor para ambos en el futuro.
 
Le preguntó si se sentía bien. Él la miró sonriéndole y asintió con la cabeza, dándole a entender que ya todo había pasado. Ella se disculpó y empezó a hablar acerca de ella, de lo difícil que era su vida. Lo complicado que era todo. Sus padres no la entendían, la culpaban de todo y todo era una decepción tras otra.
 
Él conocía muy bien ese sentimiento y se dio cuenta que tenía varias cosas en común con ella y sucedió algo que jamás pensó que sucedería, logró comprender el por qué ella se comportaba así con él en el futuro. Trató de consolarla y darle ánimo. Que si bien la vida era difícil, solo nos preparaba para cosas mejores y poder darnos la capacidad de superar las pruebas que se nos presenten más adelante. Especialmente si se encontraba embarazada. Ella le sonrió y le agradeció su ayuda y sus palabras.
 
Lurmi pensó que todo podía ser posible esta noche. Todo podía ser mejor.
 
Una luz brillante se reflejó por el espejo retrovisor, al parecer un auto venía con las luces altas, cegándolo por unos segundos. Al acomodar el espejo vio una figura oscura sentada detrás de ellos mirándolo con sus escalofriantes ojos celestes. Al ver esto piso el freno de golpe y volteó para revisar el asiento trasero. No había nadie.
 
Nervioso, la miró a Olina, quien parecía más asustada que antes. Él miró a su madre, se disculpó y encendió el auto para continuar el viaje.
 
Pensó por unos segundos que era su imaginación, pero ya no estaba seguro de que era real y que no. No pasó mucho tiempo cuando la volvió a ver por el espejo lateral de su lado. Aceleró. Sabía que el ver a esa figura no podía ser algo bueno.
 
Un semáforo marcó luz roja, obligándole a detenerse. Olina le preguntaba qué sucedía pero él no sabía que decirle, toda la adrenalina en su cuerpo se encauso hacía un único e irrefutable arranque instintivo de supervivencia contra aquella siniestra niña oscura. Volvió ajustar el retrovisor y la vio nuevamente, parada detrás del auto, saludándolo burlonamente.
 
Tal fue su desesperación que no esperó al cambio de luz y aceleró a fondo. Logró esquivar a tres autos delante de él para poder ganar terreno y alejarse. Miró nuevamente el retrovisor y su miedo se disparó. La figura oscura venía corriendo detrás de ellos y cada vez se acercaba más. Dio un giro desesperado lanzándose contra el tráfico hacia la avenida de La Marcha, por unos segundos esquivó a varios vehículos, pero no por mucho tiempo.
 
Al llegar al cruce con la avenida de la Misericordia, el cambió de luces fue inevitable, haciendo que los autos que venían del cruce configurasen una tragedia. Un camión logró esquivarlos por poco, pero perdió el control al rompérsele el eje delantero ante la maniobra quedando sobre la vereda. La suerte no les duró mucho tiempo, ya que otro vehículo venía directamente hacía ellos, al parecer no le funcionaron los frenos, impactándolos frontalmente. Un segundo vehículo no pudo esquivarlos arremetiendo contra los dos y otro auto que venía en sentido contrario alcanzó de lado a un vehículo rojo desestabilizándolo haciendo que diese dos vueltas en el aire y terminase a 3 metros de distancia sobre un puesto de periódicos.
 
Lurmi que no se había colocado el cinturón de seguridad había salido con el primer impacto proyectado violentamente hacía delante haciendo pedazos el parabrisas con la cabeza. El tiempo se hizo dolorosamente lento. En su viaje hacía el poste de electricidad que le detendría con furia su vuelo, logró ver a su madre, quien permanecía aún en el auto gracias a que ella si había logrado colocarse el cinturón de seguridad, pero que por la fuerza de los impactos se sacudía grotescamente. Su vista se enfocó en el pedazo de metal que volaba en dirección a ella para incrustarse en su cuerpo. Él cerró los ojos esperando que realmente esto sea solo efecto de la droga, una terrible alucinación. Abrió los ojos, la desgracia no había quedado complacida, en el auto al que impactaron frontalmente había una pareja atrapada entre los fierros retorcidos. Sus cuerpos ya no daban señal de vida alguna. En el asiento trasero un bebe se encontraba llorando desconsoladamente, atrapado en su asiento de seguridad, el aparénteme lo había salvado. El delgado y pálido bebe lo vio directamente entre mares de lágrimas y sangre. Esa mirada le atravesó el alma, pues se le hizo tan conocida esa expresión que no pudo sacársela de la cabeza.
 
El otro auto que había volado por los aíres se encontraba a unos metros y logró ver en su interior a una mujer que gritaba desesperada mientras trataba de liberar la pierna de su pequeño hijo el cual parecía inconsciente.
 
Fue en ese preciso instante, mientras el poste dispersaba todos sus pensamientos e ideas por varios lugares junto con el resto de su cerebro, en que se dio cuenta que aquellos niños eran sus amigos: Eriem y Jerik.
 
3.
 
Lurmi abrió los ojos con un terrible dolor de cabeza. Se encontraba en el cuarto de un hospital conectado a una serie de tubos y cables provenientes de aparatos que solo había visto por televisión.
 
A un lado de la cama se encontraba su madre, Olina, una mujer de alrededor de los 60 años a quien le tenía mucho temor y a su vez mucho rencor pues desde muy pequeño lo trataba muy mal y conforme crecía lo iba tratando peor, es por ello que él decidió hacer de su vida lo que era, llegando a desear en algún momento no haber nacido nunca con tal de evitar todo ese sufrimiento.
 
Sin embargo, se encontraba nuevamente en esta situación. No entendía que había pasado, ni donde o cuando estaba.
 
Olina se dio cuenta que había despertado el joven y lo miro con expresión de preocupación y tristeza en sus ojos. En ese instante recordó a la joven angustiada que conoció y que resultó ser ella más de 30 años atrás. Su corazón volvió a sentir la calidez del cariño que le profesaba en ese entonces.
 
Ella se puso en pie y le tomo por la mano. Lurmi sintió su calor haciendo que su cuerpo se estremeciese. Segundos después sintió su fuerza, pues empezó a apretárselas como antesala a la tormenta que se iba desatar.
 
Eriem era un joven bastante frágil y desequilibrado. En varias oportunidades había buscado la forma de quitarse la vida pues su depresión era constante desde que perdió a sus padres en aquel violento accidente de tránsito. Quedó al cuidado de sus tíos, pero ellos sellaron el resto de su vida, haciéndolo vivir maltratos que jamás hubiese imaginado. Escapó de la casa y se sumergió más hondo en el mundo de las drogas y todo lo que tuvo que hacer para conseguirlas. Sintió que su vida tocó fondo y que debía ponerle un fin definitivo, hasta que encontró una razón extraña para seguir, la noche que conoció a Lurmi en aquel puente.
 
En alguna parte de su memoria su rostro se le hacía familiar. Durante todo este tiempo tenía la sensación que lo conocía pero nunca estaba seguro de dónde pero tal fue su obsesión que decidió permanecer a su lado. Hasta la nefasta anoche en que recordó todo.
 
Tomo el bate y se dispuso a poner fin al origen de su dolor, pues para Eriem todos eran culpables de lo sucedido en su vida, atacándolos a ambos.
 
Jerik fue golpeado salvajemente, quedando poco que reconocer para sus familiares entre el amasijo de sangre y sesos esparcidos por el piso. Justo cuando se disponía a ensañarse con el cuerpo inconsciente de Lurmi, entró la policía, quienes habían sido alertados por los vecinos ante los destrozos que estaban causando, abatiendo a Eriem de 4 disparos. Murió al caer al piso.
 
Lurmi fue trasladado de emergencia al hospital para tratar de salvarlo. Había perdido mucha sangre y el traumatismo severo que tenía en la cabeza solo podía ser salvado por un milagro.
 
A su mente volvieron las imágenes del accidente donde los pequeños Eriem y Jerik se encontraban llorando desesperadamente en medio de la tragedia que había causado hace más de 30 años. Y ahora sus vidas habían llegado a su fin, culminando el mal que había iniciado en ese entonces.
 
Su madre continúo reprochándole como siempre lo había hecho durante toda su vida. Siempre había sido una decepción, un inútil, un bueno para nada. Su vida hubiese sido mejor si nunca lo hubiese tenido. De nunca haberle hecho caso a su padre.
 
Lurmi continuaba sumergido en su confusión, analizando lo sucedido antes y después, recordando que su madre había resultado herida en el accidente. Recordó la pieza de metal que volaba hacía Ella y al parecer le terminó atravesado el vientre
 
En susurros solo repetía una y otra vez que Él debía haber muerto en aquel accidente, pero sobrevivió. Debió haber muerto en el accidente, pero sobrevivió. Debió haber muerto en el accidente, pero sobrevivió. Esto no podía estar sucediendo, no podía ser real, todo debía tratarse de un sueño, una alucinación increíble causada por los efectos de la droga. Los efectos secundarios que le habían dicho en un principio antes de masificar el producto.
 
Ella escuchó su balbuceo, cayendo en la cuenta lo que estaba diciendo, pues nunca le había dado a su hijo detalles acerca de ese accidente.
 
Lurmi la miró a los ojos y le contó lo que sabía del accidente hace 30 años y de lo terrible que había sido, pero ¿cómo Él podía seguir vivo entonces? si aquella pieza de metal le había atravesado.
 
La mujer no podía creer lo que escuchaba, quedando en silenció mientras tomaba asiento. Le miró con lágrimas en los ojos y le contó que aquella noche, en ese accidente, efectivamente perdió al bebe que llevaba en su vientre por más esfuerzo que hicieron los médicos de salvarla. Era Ella o su bebe. Su pareja tomó la decisión de salvar a su esposa.
 
Sin embargo, las consecuencias fueron peores ya que el daño que recibió fue tan severo que ya no podría tener más hijos después de eso.
 
Años después, junto con su esposo tomaron la decisión de adoptar a un pequeño que resultaría siendo Lurmi. Justo en el momento en que ella pensó que la vida le compensaba de alguna manera, su esposo muere consecuencia de un extraño accidente al tratar de salvar a su pequeño hijo, dejándolos abandonados a Ella y a Lurmi de 2 años. Eso hizo que su corazón se endureciese nuevamente y mucho más. Más aún cuando el hijo que ahora tenía a su cuidado conforme iba creciendo se iba pareciendo más y más a aquel hombre que conoció hace 30 años, aquella noche que pensó que todo podía ser mejor, aquel hombre en que decidió confiar y que finalmente causó el accidente en el que perdiese a su hija no nata y la dejase incapaz de tener más hijos.
 
Ella se fue sollozante de la habitación, no sin antes maldecirlo por última vez.
 
Lurmi, continuaba en la luna, sin entender pasado ni presente o si existía realmente un futuro para él ahora que lo había perdido todo. La respuesta la encontraría en breve ya que de haberse dado cuenta de las tres oscuras figuras con escalofriantes ojos celestes asomándose al pie de la cama. Una figura de una niña y dos jóvenes delgados, cuyos rostros reflejaban una furia inimaginable, quienes harían que se lance por la ventana de su habitación, desde el piso 17 del Hospital en que se encontraba
 
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