Me pidió que la esperase aquí. - “Necesito hablar urgente contigo, de algo muy importante. Es una cuestión de vida o muerte” - dijo. Me dejó muy preocupado. Eran las 12:37 y habíamos quedado a las 11:40. Normalmente no es una persona que llegue tarde, pero ya antes me había hecho esperar, más de una ocasión.
Bajo circunstancias normales, ya me hubiese puesto en pie y retirado sin más, pero en este caso, algo me obligaba a permanecer esperando. Afortunadamente es un lugar agradable y en varias oportunidades hemos aprovechado para pasar y tomarnos un café y conversar después de un día de tedio y pesadez en nuestras vidas. Como una forma de purgar nuestras cargas negativas y liberarnos de las tensiones cotidianas. Nunca supe si este lugar era una heladería, una panadería o lo que se conoce como fuente de sodas. Hasta ahora no lo sé con certeza e incluso el personal que atiende tampoco sabe definírmelo con claridad.
Al centro del local se ubica una especie de pérgola pequeña, rodeada de planta y enredaderas, de plástico, para crear un ambiente más libre y agradable a la vista. A su alrededor una serie de mesas con bases metálicas curvas y enrevesadas al estilo de ramas color verde que sostienen encima una plancha de vidrio circular adornada con los variados y multicolores individuales para cada comensal.
Empecé pidiendo una taza de café, lo usual. Luego un croissant, un helado, un pedazo de torta…. los cuales deguste lo más lentamente como me fue posible para poder hacer tiempo y esperar a mi considerada amiga.
El escandaloso ruido de una sirena de ambulancia me sacó de mi intrincada y meticulosa labor culinaria de redefinir la forma incongruente de mi pedazo de torta de chocolate. No había prestado mucha atención a decir verdad, pero pensándolo bien, era la segunda ambulancia que pasaba a toda prisa. Antes de ella un carro de bomberos. Algún accidente debe haber ocurrido.
Las 13:03, pague la cuenta y me dispuse a salir del local, guiado por mi curiosidad y en parte impulsado por mi ira, al ver que ella nunca llegó ni se dignó a llamar.
Y justo cuando cruzaba la puerta de salida, la veo llegando toda agitada y desaliñada, como si hubiese estado en alguna especie de lucha física con alguien.
Estaba pálida, le faltaba el aire y era notorio que su estado físico era mucho muy grave desde la última vez que la vi, hace dos días.
Trate de ayudarla, pero ella casi como instintivamente se alejo de mi evitando que la toque. Me miro fijamente a los ojos y apunto con la mirada hacia la mesa donde me encontraba hace unos minutos, esperándola. Entendí el mensaje y me dirigí hacia ahí, mientras volteaba a mirarla a cada paso que daba para ver si no se tropezaba con algo o alguien.
Trate de acomodarle una silla, pero ella ya estaba sentada para cuando si quiera hice el intento de hacerlo.
Seguía agitada, le faltaba el aire. Realmente verla en ese estado me hizo olvida el mal rato que me hizo pasar el tener que esperarla, pero ahora eso no era lo que importaba. Ella estaba ahí y algo malo le había pasado. Eso era todo lo que me importaba en este momento.
La conozco de hace algunos unos años, pero, durante todo este tiempo, debo reconocer que le he sabido tener mucho cariño a pesar de todos los malos ratos que me ha hecho pasar. Todo este tiempo, he dedicado ciertos momentos en pensar y evaluar mis sentimientos hacia esta persona. Y aunque resulte curioso, ella es todo lo que no me gusta en una mujer. Sin embargo, la quiero por como es. Irónico, verdad? Y eso es algo por lo que nunca me anime a decirle nada y mucho menos sabiendo que las cosas que se. Nuestra amistad debía permanecer intacta.
Ahora, estamos sentados una vez más en este lugar, frente a frente, mientras me miraba con ojos perdidos y respiración entrecortada, como si se estuviese preparando para decirme algo de vital importancia pero no como si no supiera cómo decirlo.
La miró detenidamente, lo único que se venía a mi mente era que había tenido algún problema con su actual novio, uno de los tantos problemas que tenia, y hoy había pasado algo más serio de lo usual. Su silencio me impacientaba más y hacia que los pelos se me pusieran de punta.
- Cuéntame que ha sucedido? – le dije. Ella me miro y pareció reunir todas sus fuerzas para poder juntar las siguientes palabras.
- Lo sé, siempre lo supe. Lo siento, lo lamento mucho... por todo… – lo dijo casi tartamudeando. Acto seguido se puso en pie, casi lanzando la silla de metal en la que se encontraba sentada, se dio media vuelta y empezó a correr hacia la salida.
Pasaron exactamente tres segundos que parecieron la eternidad del universo, reaccione, me puse en pie y salí tras ella. Dos segundos después de que ella cruzara esa puerta, yo me abalancé tratando de alcanzar, pise mal, un pie encima del otro, caí bruscamente al piso de la calle. Tres segundos pasaron y me puse en pie casi de inmediato ante la mirada espantada de los que pasaban en ese momento por ese lado de la calle. Sin embargo, mire y ella ya no estaba. En ese estado no pudo haber corrido tan rápido. Imposible.
Empecé a correr en la dirección que la vi correr. Cuatro cuadras y media de distancia, las ambulancias y el carro de emergencia de los bomberos que vi pasar hace bastante rato parecían estar atendiendo un accidente. Tal fue mi curiosidad en ese momento por mirar lo que sucedía que me dirigí casi automáticamente como jalado por una mano invisible, para confirmar lo que mis instintos aullaban inconscientemente. Entre ese grupo humano, había una mujer a la que intentaban salvar desde hace más de una hora.
El taxi en el que venía perdió el control e impactó a una camioneta que transportaba materiales de construcción. El conductor del taxi al ver que no pudo controlar la situación, instintivamente opto por tirar el timón para su lado, mientras que su pasajero por la fuerza del viraje se vio lanzada contra el otro extremo del vehículo, el cual impacto contra la camioneta y las varas de metal que transportaba se incrustaron en ese lado del taxi, atravesando todo a su paso como si de mantequilla se tratase. El sufrimiento debió ser terrible antes de la mujer falleciera.
Pero tal fue mi sorpresa, al asomarme y atisbar entre la gente, que aquella mujer que yacía muerta en el interior del taxi, era ella, mi amiga.
Tratar de entender lo sucedido sería como tratar de entender las últimas palabras que me transmitió. Y aunque ahora trato de no pensar en ello, me invade la duda de si realmente todo lo sucedido, toda la experiencia, la misma presencia de ella fue real. He llegado hasta el punto de pensar que todo ha sido una alucinación mia y nunca exitió. Conforme pasa el tiempo su recuerdo se hace más lejano y ajeno. Sin embargo, cada vez que escucho el sonido de una sirena, siempre me invade un escalofrio y evoca un pensamiento en su dirección y en mi cabeza se empiezan a empozar, gota a gota, momentos de los que dudo haber vivenciado. Y ello desata toda una tormenta de preguntas… ¿realmente sabía? ¿realmente lo lamentaba?
¿Lo sabes tú...?
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