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domingo, 2 de agosto de 2009

LA MUSA (Cuento)

Decidí sentarme y escribir algo interesante, pero nada en mi mente se formaba, así que mientras pensaba como llenar líneas en las hojas, opte salir un rato a dar una vuelta y tomar algo de aire. Mientras bajaba por las escaleras, ya que mi departamento es en el 5 nivel, me detuve a mitad del tercero y saque un cigarro de la chaqueta y lo encendí, hacia frío para la hora. Al retomar el descenso, vi que entre la penumbra que se formaban con la luz del encendedor y la oscuridad del lugar, venia subiendo una mujer bastante hermosa y de pronunciadas y llamativas formas. Al pasar a mi lado me susurro: “Sígueme”

Ni lento ni perezoso, decidí seguirla. Realmente no estaba seguro, pero parecía hipnotizado. Podría seguirla hasta donde ella me llevase sin chistar siquiera. Entramos a su departamento, debo admitir que ni me percate cual o que nivel era. Solo se que mientras me llamaba empezaba a desprenderse de sus ropas. Sin embargo, algo en mi interior decía que las cosas no estaban yendo bien y un sentimiento de familiaridad se atenazaba en mi corazón, así que conforme ella avanzaba logre ver al entrar en la misma habitación a un hombre sentado y con medio cuerpo apoyado sobre una mesa inclinada, no podía ver su rostro. Desnuda, se puso a su lado, quedando frente mí y el en medio de nosotros. Mis miedos empezaron a dar señales de dispararse, al ver que de la nada, sacaba un cuchillo enorme, podría decirse que era uno de esos que usan en las carnicerías capaces de partir los huesos. Lo levanto en alto, mientras le empecé a gritar que se detuviera, al mismo tiempo aquel hombre inconsciente también gritaba, el cuchillo descendió a tal velocidad que lo atravesó de un lado al otro. En ese mismo instante sentí el frío golpe en mi pecho y que dio paso a la calidez de la sangre que brotaba mientras la macabra risa y ojos encendidos de aquella mujer deformaban su rostro endemoniado…

Abrí los ojos… desperté gritando… me enderece en la silla y mire a los lados buscando a la maldita, pero mientras me recuperaba del susto, otra sorpresa esperaba, pues en mi mano derecha sujetaba el enorme cuchillo, y ambas manos me sangraban. Entre los papeles desordenados en la mesa encontré escrito en sangre lo siguiente: “¿Ahora tienes ideas para escribir algo?”

Deje el cuchillo a un lado…y empecé a escribir…

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