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martes, 20 de febrero de 2024

CAP 3 – VIII. UN GRANO DE ARENA TRAS OTRO

Nicoleta ahogó un grito de sorpresa al ver que la habitación en la que había entrado estaba ocupada. Skyp levantó la mano con intención de calmarla mientras que con la otra mano se llevaba el dedo índice a los labios para indicarle que no hiciera ruido alguno y delatase su ubicación.

Marek, se encontraba en una difícil situación, pues de los tres, él era el único en ese lugar que había sido invitado formalmente. Skypper era un viejo colega que al parecer requería de sus habilidades y la señorita presente era una dama en apuros que necesitaba su ayuda. Antes de que pudiese idear algo ingenioso que lo pusiese en una posición de ventaja, la mujer, que llevaba ambos botines de tacón sujetos en una mano, se abrió paso entre ambos sin hacer el menor ruido. Se acercó a la ventana, asomándose sigilosamente para ver si alguien vigilaba. Skyp y Marek se miraron, asintiendo con la cabeza mientras levantaban una ceja en señal de inesperada conformidad.

Nicoleta, metió ambas botas en un bolso de tela roja con rayas entrecruzadas o ¿eran cuadros?, sorprendentemente ambos ingresaron sin mayor inconveniente a pesar de parecer mucho más pequeña. Abrió la ventana de par en par. Marek se disponía a darle el alcance con la intención de atajarla antes de que tome alguna decisión, pero en ese momento, la atención de ambos colegas fue atraída hacía la puerta, donde la perilla comenzó a moverse nuevamente, traqueteando insistentemente, como si alguien quisiese entrar a la fuerza.

Al retornar la atención a la ventana, una fugaz figura desaparecía en el aire. Nicoleta había saltado desde el segundo piso. Marek corrió angustiado, sorprendido al ver lo que había hecho la temeraria mujer. Afuera todavía estaba oscuro, aún faltaban unas horas para el amanecer. Abajo, el lugar estaba rodeado de jardines y fácilmente pudo haber caído en uno de los densos arbustos. La puerta comenzó a ser golpeada con fuerza.

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Sus órdenes eran claras, capturar a la mujer y llevarla a la cámara húmeda para hacerle algunas preguntas. En su cabeza, le pareció gracioso el hecho que ni siquiera el presumido de Giovanni podría intervenir esta vez, pero la gracia se le esfumó al recordar que ella fue capaz de evadirlo. Si se le escapaba, Lady Fiorentine se enojaría con él.

Le pareció que había ingresado en esta habitación, pero debía asegurarse. Tomó la perilla y trató de entrar, pero la puerta estaba cerrada. Traqueteó con la perilla con cierta fuerza ante la frustración. Golpeó fuertemente la puerta, pero nada. En el momento en que se lanzó para embestirla, la puerta se abrió, dando paso a un sorprendido Salvio Gravano, tropezando con la alfombra y cayendo de bruces en el piso. Se puso de pie tan rápido como pudo para hacerle frente al pequeño hombre que estaba parado al lado de la puerta. Marek sorprendido se quedó mirando al inmenso hombre calvo que se elevaba por encima de su cabeza.

- ¿Dónde está la mujer? – bramó con voz ronca y potente, con aspecto de toro en dos patas.

- Desconozco de que me está usted hablando. Y le exijo una explicación ante esta intrusión y violencia. Soy un invitado de Don Vito a través de su hijo Giovanni, para atender negocios importantes y toda esta batahola no me ha permitido conciliar el sueño como es debido. –haciéndole frente al enorme sujeto, recriminándole su actitud.

Salvio lo miró desde lo alto y barrió la habitación por encima suyo. Un ligero pinchazo de inquietud en su nuca le decía que la mujer parecía no estar allí y que debía darse prisa antes que la situación se ponga mucho peor. Volvió a mirar a Marek directamente a los ojos, escrutando minuciosamente a un maestro del engaño, pero, aunque no estaba del todo convencido no debía perder más tiempo.

Salió a trompicones de la habitación sin mediar palabra alguna. – Don Giovanni sabrá de este atropello en cuanto lo vea. – recalcó Marek haciendo uso de sus habilidades para que la voz no se le quebrará por la risa, azotando la puerta para reforzar su molestia.

Poco le preocupaba a Salvio el tener que lidiar con los amigos de Giovanni. Ahora tenía mayor prisa en ubicar a la mujer.

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Una risita burlona se escuchó entre las sombras – Por un momento pensé que no lo lograrías – dando dos palmadas en reconocimiento a su esfuerzo.

- Bueno, no debemos perder más tiempo. – replicó Marek. Skyp estuvo de acuerdo dándole una palmada en el brazo, respondiéndole. - Sus planes siguen en marcha, pero no tengo idea que será lo siguiente en su agenda, pero es un hecho que buscaran llamar la atención de Ivan. Lo sucedido con Nicoleta es muestra de que están cortando cabos sueltos, veré qué más puedo averiguar y de qué forma ayudarla. Incluso tú mismo podrías formar parte de sus maquinaciones o ¿pensabas que los ricos eran realmente “nobles” de fiar? – la mente de Marek evocó el recuerdo de la gran puerta roja y su madre.

- Busca a tus amigos en el Hospicio, vas a necesitar su ayuda si es que necesitamos hacer frente a toda esta intriga. Y recuerda… No confíes en nadie.


/ / / FIN DEL CAPITULO 3 / / /

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Sabía bien que lo encontraría en este lugar, pero no esperaba ser tan descuidado como para caer en una de sus trampas. Con dificultad trató de observar los cortes en sus brazos y piernas, eran de consideración. Las sogas que lo sujetaban de los tobillos, lo mantenían colgado de cabeza a una altura de metro y medio del piso, desangrándose, como si se tratase de una simple res en una carnicería. ¿A esto había llegado?, ¿este sería su final?

Lo que más lamentaba era no poder cumplir con la promesa que le hizo a su amada antes de partir en esta búsqueda, pero ambos conocían bien los riesgos.

Alguien se acercaba, al parecer pisaba sobre un piso encharcado, posiblemente sobre su sangre.

- Así que ha esto hemos llegado. Vencido y derrotado por un torpe descuido. ¡Que patético! – la decepción en la refinada voz era notoria. El delgado y pálido sujeto, de larga cabellera platinada y ojos color purpura, camina alrededor de Basile. Vestía finas prendas, lo que denotaba su posición adinerada.

- Lamento decepcionarlo Barón, pero entenderá que tenía la cabeza en cosas más importantes. – mostrándole una sonrisa burlona, para recibir en respuesta un duro golpe en el rostro, lo cual le partió el labio y laceró su mejilla, para continuar sangrando.

- Lo mejor de todo esto es que ya no tendré que volver a escuchar tu burda socarronería. – el sujeto sacó un pañuelo para limpiar su mano y sus anillos. – Este es el adiós Basile Vernier. Que tu alma se pudra en el averno.

 - Nos vemos pronto Barón - volvió a sonreírle con los dientes manchados en rojo. Por la expresión de desagrado del Barón, una fría duda se atenazó en su marchito corazón, ¿se referirá a verlo en el averno o que lograría escapar de esta situación para volver hacerle frente? Lo miró por unos segundos más y descartó la absurda idea para alejarse de él.

Basile no dejaba de sonreírle de forma casi maniaca.

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Patrick hizo una pausa, cerrando el libro de lomo azul que estaba leyendo. Por lo poco que había logrado leer, narraba la historia de una especie de investigador poco ortodoxo que va tras la pista de unos asesinos.

Este era uno de los libros que le habían dejado en la silla. En su tapa rezaba “Sonata Nocturna por Pyot Mezznatt”.

Algo le resultaba extraño.

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