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sábado, 24 de febrero de 2024

CAP 5 – I. TODOS LOS CAMINOS, TODOS LOS DESTINOS

Respiraba con dificultad. El esfuerzo que había realizado fue intenso. Se tomó una larga pausa para tratar de reponerse. Soltó un par de botones de su chaleco para ayudarle a respirar mejor. Más calmada procedió a golpear la puerta con la poca fuerza que tenía. Nadie le respondió.

Volvió la vista hacía la calle, miró los caminos para asegurarse que nadie la hubiese seguido. Sintiéndose más recuperada volvió a tocar nuevamente la puerta. Tenía la impresión de que habían pasado varias horas desde que saltó de aquella ventana. La pierna izquierda le dolía y una punzada eléctrica le recorría de rato en rato por el cuerpo.

Tocó nuevamente la puerta, no hubo cambio. Volteó una vez más para mirar a la calle, algo había cambiado. Una delgada capa de niebla se deslizaba lentamente al ras del suelo, cubriéndolo a su paso. Venía en su dirección.

Se giró y golpeó con más fuerza la puerta, hasta el punto de lastimarse nuevamente los ya magullados brazos. Comenzó a gritar.

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Marek emprendió el camino al Hospicio en busca de los demás. Las cosas habían tomado un giro inesperado. Tenía claro que su afán de escalar posiciones no le iba a ser tan fácil pero no había contemplado verse involucrado en situaciones tan turbias. Si bien las calles se veían tranquilas, salvo uno que otro ruido extraño a la distancia, quizás una posible tormenta en ciernes, sabía que no eran seguras de transitar durante esas horas, pero su experiencia le había permitido tomar las mejores vías para su seguridad. Hubo un momento en que tuvo la sensación de que lo estaban siguiendo. Tomó un desvió y se ocultó, esperando confirmar su sospecha. Esperó por unos minutos y justo en el momento que se disponía a salir, una sombra se proyectó por el camino por donde caminaba antes. Una leve capa de niebla comenzó a formarse al ras del suelo. La temperatura bajó repentinamente, dando paso a un leve vaho con cada exhalación.

Tomó la empuñadura de su arma, preparándose de ser necesario. Las pisadas en la tierra comenzaron a escucharse como si fuese lo único que se moviese en toda la zona. Estaba muy cerca. Una figura encapuchada avanzaba sin apuro para detenerse en medio del camino. Giró para mirar en dirección a donde Marek se ocultaba. Levantó la mano apuntándole con el dedo índice para finalmente desvanecerse en el aire. Por una breve fracción de segundo, como si de un destello se hubiese tratado, le pareció ver otras pequeñas figuras flotando en el aire, desvaneciéndose en el mismo instante que el encapuchado, escuchándose múltiples estruendos breves.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Marek. Inconscientemente esperó unos minutos para asegurarse que nada más aparecería para sorprenderlo. La temperatura descendió un poco más. La niebla parecía cubrir todo al ras del suelo. Marek se puso en pie y dio unos pasos hasta acercase al lugar donde estuvo la figura. La niebla fluía por el suelo como una corriente de agua en un arroyo cubriendo sus pies y que a cada paso que daba, unos hilillos parecían trepar por sus pies para desvanecerse al llegar a sus tobillos.

Trató de entender lo que había pasado, pero estaba demás buscarle una explicación, sería perder más tiempo. Retomó su viaje hacia el Hospicio, cuando al disponerse a dar el primer paso, el resoplido cálido de un caballo le golpeó en la nuca. Marek se quedó con el pie en el aire mientras a niebla se elevaba hasta alcanzar su pie para hacerlo aterrizar con suavidad en el terreno.

Su instinto le decía que corriera despavorido para ponerse a salvó, pero le fue imposible no querer voltear para saber que era aquello que se encontraba tras de él. Dio un salto hacia adelante, realizando una pirueta apoyando ambas manos en el suelo para terminar con un giro en el aire. Esto le permitió alejarse por lo menos unos tres metros de aquello que había aparecido, permitiéndole adoptar una mejor posición, facilitándole desenvainar su arma y ponerse en guardia.

Frente a él, un gran caballo negro azabache agitaba la cabeza con mirada salvaje y blanquecina, como si quisiera arrancar la marcha, mientras sus cascos brillaban con fuego cada vez que golpeaban el suelo. Sus grandes fosas nasales se ensanchaban expulsando humo. Sus labios estaban retraídos por las riendas, dejando al descubierto sus dientes, dibujándole una macabra sonrisa.

Sobre el caballo, un jinete corpulento vestido en ropajes negros y plata. Su oscura capa de cuello alto flotaba tras de él. Sus botas color ébano brillaban junto con sus espuelas y estribos de plata. Con su brazo izquierdo sujetaba las riendas, en lo alto y tensadas por el movimiento del caballo, conteniendo su marcha.

El terror se apoderó de Marek al ver que sobre los hombros del jinete no había cabeza.

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La joven trató de calmarla, pero Nicoleta sonaba bastante alterada y no parecía entender razones. Desde el último ataque recibido en el hospicio tomaron medidas de que nadie pudiese ver directamente a Larshela. Por lo que, dadas las circunstancias, no le permitirían ingresar.

Nicoleta volteó a ver nuevamente a la calle, la neblina cubría todos los caminos, sin embargo, en esta oportunidad logró divisar una figura que se acercaba a gran velocidad hacía ellas y que conforme se acercaba, se le hacía particularmente familiar.

- ¡ABRÁN LA PUERTA! ¡DEJENNOS ENTRAR! – Marek corría desesperadamente hacía el hospicio, viendo una figura de pie en la entrada, cuya vestimenta le permitió reconocer a Nicoleta. Sentía que las piernas le quemaban y mientras sus pies se movían lo más rápido que nunca antes en su vida, lo que le causaba un intenso dolor, pero sabía bien que eso no sería nada si es que el jinete lo alcanzaba.

Era un estruendo tras otro, como si una tormenta se hubiese desatado repentinamente frente a ellos. Los ojos de la joven Sulemi se abrieron como platos al ver que tras aquel hombre a la distancia se aproximaba una leyenda urbana hecha carne y hueso. El pánico se apoderó de ella retrocediendo con una expresión de horror en el rostro. Aprovechando la oportunidad, Nicoleta empujó a la joven y entró en el hospicio, abriendo la puerta lo suficiente para esperar a aquel hombre. Sin embargo, por la cercanía de la imponente y terrible figura, no estaba segura de sí aquel hombre pudiera lograrlo.

Por unos segundos se vio tentada a cerrar la puerta y dejarlo a su suerte. El tiempo pareció ralentizarse frente a sus ojos, viéndolo suspendido en el aire moviéndose muy lentamente mientras se esforzaba más allá de lo posible para salvar su vida.

- ¡CONTINÚA¡¡CONTINÚA! – gritaba en su cabeza.

Marek cruzó la puerta como un bólido. Nicoleta dio un portazo y corrió los cerrojos para asegurar la puerta. Retrocedieron varios pasos, esperando que el portón soporte y mantenga a aquella criatura fuera. Un silenció mortal cubrió el lugar.

- ¿QUÉ ES LO QUE SUCEDE AQUÍ? – la voz de Larshela retumbo en el lugar rompiendo el silencio, lo que hizo saltar tanto a Nicoleta como a Marek, mientras la joven Sulemi se desmayaba frente a ellos.

De repente unos potentes golpes hicieron retumbar el lugar de tal forma que el marco del portón de entrada crujió dolorosamente, formándose una nubecilla de tierra y astillas, lo cual logró sobresaltar a todos los presentes.

La tensión en el aire podía cortarse con un cuchillo y la espera se hizo casi eterna, pero al final, lo habían logrado y la calma retornó lentamente.

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