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miércoles, 15 de octubre de 2025

AQUEL CAMINO HECHO DE BUENAS INTENCIONES... (I)

HENZO SHURIDO
“Cuando la espada se levanta por orgullo, incluso la victoria sabe a derrota.”

I. UNA FRIA Y LARGA NOCHE

Abrió los ojos. La temperatura había descendido, despertándolo el frio repentino. Le era raro siendo que estaba comenzando el verano. Se puso en pie e instintivamente contempló el lugar como si supiese que encontraría algo. Keijo se encontraba acurrucado en un rincón, dormido, luchando contra el frio con esa vieja manta que utilizaba desde que lo encontró.

Un ruido lejano llamó su atención, el choque de metal contra metal. Recogió sus cosas, por precaución, una vieja costumbre difícil de dejar. Salió del refugió y fue en dirección del ruido, el cual se iba haciendo cada vez más fuerte e intenso. Una pelea, una gran pelea de espadas. El frondoso y verde camino en el bosque comenzó a llenarse de escarcha, tornándose blanco, dando paso al suave crujido de la nieve al pisarla, mientras una sutil neblina se arremolinaba alrededor suyo, abriéndose paso a un descampado blanco cubierto de nieve donde un grupo de soldados peleaban en mortal combate.

La nieve se teñía de rojo, mientras los soldados caídos trataban infructuosamente de reunir aquello que se escapa de sus cuerpos. Henzo incrédulo de lo que veían sus ojos, se lanzó inconscientemente para impedir remataran a uno de los caídos cercanos. Una figura vestida de negro se abalanzaba contra uno de los soldados en la nieve. Detuvo su espada cruzándola con la suya a escasos centímetros del moribundo. El rostro semi cubierto del atacante, dejaba entre ver una mirada fría e inexpresiva, que por unos segundos vaciló al ser tomado por sorpresa por este nuevo adversario. Y en lugar de continuar la pelea, retrocedió sin dejar de mirarlo, perdiéndose entre la niebla, al igual que sus camaradas, viendo terminada su labor.

Volteó hacia el soldado mirándolo desangrarse consecuencia de las puñaladas recibidas. En su rostro se veía la angustia que implicaba abandonar este mundo sin desearlo. Henzo se hincó de rodillas sobre la nieve, colocándose a su lado, acompañándolo en sus últimos momentos. Tomó algo de nieve, apretándolo con ambas manos para formar unos pequeños bloques, colocándolos en su boca, nariz, oídos y ojos. Elevó una plegaría para que sea recibido en el otro mundo y no se le permita regresar a este.

Al momento que se disponía a ponerse en pie, la gélida garra de la muerte lo sujetó de una mano, con tal fuerza que lo hizo estremecer. El cadáver lo había tomado por sorpresa y en su intento de levantarse, su rostro denotaba una expresión iracunda y sanguinolentamente babeante. Con voz de ultratumba le habló – Todo esto es tu culpa Henzo… tu orgullo nos condujo a esto y por ello deberás pagar… cargarás en carne propia con todas las muertes que tus decisiones hayan causado… –

Henzo se soltó, poniéndose rápidamente en pie para alejarse. Se quedó mirando el cuerpo inerte del soldado, con la nieve incólume que le había colocado en el rostro, sin señal alguna de haberse movido. - ¿Una alucinación? - Levantó la mano que le había tomado. En ella, sujetaba una hachimaki manchada en sangre. Extrañado la extendió con ambas manos, mientras que un viento helado soplaba fuerte levantando nieve alrededor suyo, para quedar consternado al descubrir que la banda de tela portaba una Hanashobu Morada pintada, el emblema de su antiguo y difunto Daymio.

II. LA CAIDA DEL SAMURAI

Henzo Shurido, nació en la villa costera de Roshiya, en la Isla Sur Oeste, en el archipiélago de Rokushima Táiyō, una tierra marcada por el cruento conflicto entre los Shujin, quienes buscan a toda costa tomar control total del dominio.

Desde joven fue formado bajo las estrictas doctrinas del Bushido, destacando su temple, habilidad marcial y lealtad. Su maestro y Señor, el Daymio Hirotaka, lo consideraba unos de sus más valiosos vasallos.

Henzo no solo era un guerrero formidable, sino también un líder respetado entre sus pares. Sin embargo, como muchos Samurais con gran potencial, su orgullo empezó a crecer más que su obediencia.

Durante una campaña clave entre clanes rivales, Henzo desobedeció una orden directa de su Señor. En lugar de reagruparse y tomar una posición defensiva, optó por avanzar para atacar las filas enemigas buscando una victoria decisiva. Si bien su avanzada tuvo éxito, resultó que esto había sido una trampa del enemigo para romper la formación de su ejército. La ausencia de su tropa fue aprovechada, dejando expuesto al Daymio, siendo asesinado durante una emboscada.

Humillado, deshonrado y cargando con la muerte de su Señor, Henzo fue destituido junto con su tropa, convirtiéndose en Ronin. De los doce guerreros que lo siguieron ese día, siete de ellos decidieron tomar el camino honorable del seppuku. Sus antiguos camaradas restantes, le dieron caza, al considerarlo culpable de su desgracia. Cuando estaban a punto de ejecutarlo, una tormenta de nieve sobrenatural se desató envolviéndolos a todos en una niebla blanca.

Gravemente herido, Henzo se vio en medio de un tupido bosque, cálido y desconocido. Había escuchado las historias de los navegantes que se aventuraban más allá del Warui Yume Kasumi (Las Nieblas de las Pesadillas) para desaparecer y nunca más ser vistos, pero nunca consideró poner a prueba dichos relatos.

Durante años, Henzo sobrevivió como un fantasma en la niebla, meditando, cazando y buscando redención en la soledad del exilio. Descubrió que se encontraba en el bosque de Blightwood, colindante con la ciudad de Levkarest, en las venenosas tierras de Borca. Y por azares del destino, salvó a un joven llamado Keijo, quien parecía tener un pasado familiar traumático. Sin embargo, conforme lo fue conociendo, se vio reflejado en él, en su ímpetu juvenil y su deseo de justicia. Lo acogió como discípulo, enseñándole técnicas ancestrales de combate y la filosofía samurái, así como los peligros de dejarse dominar por el orgullo.

Pero los ecos del pasado, no tardarían en resonar de vuelta.

///Continuará???




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