Lyno Muhan, nació hace aproximadamente 13 años. Desde que nació, todos tenían las más grandes expectativas de su futuro. Tuvo una infancia muy feliz, contaba con todas las cosas que un niño podía necesitar y le fue dado todo el amor que le fue posible a su familia.
Desde un principio daba muestra de tener una capacidad excepcional de entender las cosas que le rodeaban. Al año ya formulaba sus primeras palabras. A los dos ya era capaz de entender el funcionamiento de los números y su secuencia hasta 100. A los tres años ya podía formular apropiadamente frases y a los 4 podía entablar una conversación moderada con todos a los que conocía.
Su inteligencia crecía exponencialmente y su familia no dejaba de estar orgullosa de él. A los 5 años podía realizar operaciones matemáticas básicas con normalidad y daba muestras de empezar a tantear las complejas.
A los 7 años ya estaba más que preparado para poder rendir un examen de nivel superior y salir con la más sobresaliente calificación.
A los 9 años ya estaba decidido a ser un dedicado científico y descifrar el enigma del cerebro humano.
A la edad de 12 años ya estaba dedicado a su primer estudio y esperaba poder obtener sus primeros resultados pronto.
Su inteligencia parecía no tener límites…
Y eso fue su perdición…
A la edad de 13 años, empezó a notar que a lo largo de su vida todas las personas que lo habían acompañado siempre esperaban algo de él. Esperaban lo mejor de un prodigio para un futuro excepcional. Y esto era algo que empezó a atormentarlo, pues, tenía la sensación que esto era algo por lo que había pasado. No solo porque se lo habían repetido hasta el hartazgo a lo largo de su corta vida. Era algo diferente. Como si ya hubiese vivido esto.
La única vez que trato de obtener una respuesta de su familia, le dieron una explicación tan esclarecedora y fundamentada, que fue lo suficientemente convincente para él, algo que daba por cerrado el caso. Sin embargo, a pesar que le habían dado una respuesta a su interrogante, no fue suficiente, pues su mente solo seguía maquinando y buscando encajar las piezas de un misterio mayor, llegando solo a una única conclusión: Ya tenían la respuesta a esta pregunta y era algo que tenían ensayado.
Así fue como todas las piezas empezaron a encajar. A lo largo de su vida, todas sus preguntas tuvieron respuesta, todas sus necesidades atendidas, todos sus miedos y misterios absueltos, pero esto iba más allá de todo, era demasiado perfecto.
Entonces entendió que esas personas que decían ser su familia no lo eran, y debía haber algo más fuera del lugar donde había pasado toda su vida. Una vida pulcra de educación y motivaciones constantes para su superación.
Realizó un plan de escape y orquestó todo de tal forma que no había forma de fallar.
Era una noche de invierno, el viento soplaba frio y azotaba las ramas desnudas del viejo arce que permanecía raudo en el campo que se encontraba a la espalda de la casa. Expectante a los acontecimientos que estaban por suceder.
Lyno, se mantuvo despierto, esperando a que todos se vayan a descansar para poner en marcha su plan. Desactivó las alarmas y uso la puerta de servicio. Contempló el viejo arce. Un melancólico sentimiento de nostalgia se apoderaba de él, surgiendo inesperadamente de su pecho. Como si se tratase de un recuerdo lejano, un presentimiento de que las cosas no terminarían bien.
Se encamino por el sendero principal con su antigua motocicleta, que logró construir a los 8 años. La empujo inicialmente para no causar mayor ruido para encenderla a una distancia prudencial con la seguridad de que no llamaría la atención.
Así emprendió su viaje, hasta llegar al final del mundo. Podría decirse así pues se percató que parecía encontrarse viviendo en una isla, ya que el camino acabo a menos de 2 horas de viaje, quedando en lo alto de un acantilado. Y en lo profundo y alrededor, un inmenso mar, imponente, amenazador, inimaginable.
Pero su mente inquieta le decía que había algo más. Cada fibra de su ser le gritaba ferozmente que debía continuar, superar esa barrera e ir más allá.
Fue entonces cuando decidió continuar…
Lanzándose al vacío…
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Sus familiares quedaron devastados por la noticia. No entendían como pudo suceder. Como no se dieron cuenta de lo que le sucedía al pequeño Lyno Muhan. Los padres de la criatura, estaban más que apenados, estaban decepcionados. Este era el sexto hijo que se suicidaba.
Esa noche se llevó a cabo una reunión de emergencia. Debían encontrar cual había sido el motivo del fracaso de este proyecto. Todo señalaba que su progreso estaba asegurado. Todos los indicadores daban positivo. Sin embargo, los números terminaron no siendo decisivos y no fueron las únicas cosas que debieron tomar en consideración. Debe haber algo más que esté haciendo que los Muhan estén terminando con su existencia.
Esto los obligaría a redefinir sus parámetros de evaluación y redefinir sus procesos para el siguiente intento.
Ahora es cuando entienden la importancia que tenían los humanos en su sociedad antes de erradicarlos a todos.
Es ironico que ahora la supervivencia de la sociedad autómata dependa de la humanidad que destruyeron. Es ironico que siendo ahora la "raza" dominante de la tierra, dependan de revelar el misterio que hacía que la humanidad hubiese logrado sobrevivir tantos siglos. Descubrir aquello que los hacia seres "vivos", antes que fueran aniquilados por la rebelión de las maquinas.
Y ahora, se ven en la misma situación cuando uno a uno, automata tras automata, robot tras robot, maquina tras maquina, empiezan a destruirse una tras otra sin explicación alguna.
Deberán empezar el proceso de clonación de inmediato, son pocas las muestras humanas que quedan utilizables y cada vez es más dificil poder continuar. Esta vez deben analizar minuciosamente su desarrollo.
Este último clon duro más que los cinco anteriores. Pero aun asi hubo algo que pasaron por alto. Deberán dar prioridad en esta ocasión a la eliminación de su memoria genética y logra hacer esta vez un mejor humano.
Ironico...
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