Índice

lunes, 28 de noviembre de 2011

ATADURAS (Cuento)

I.– Apresúrate



Viernes 13.08.2010 13:47

“La pesadez era terrible, solo atinaba a sujetarme al marco de la entrada, pues mi cabeza daba vueltas y vueltas. A cada segundo que pasaba se ponía peor. Respirar me era cada vez más difícil. Solo sabía que lo que estaba buscando debía estar aquí, aunque no recordase que fuera, pero era aquí, mis instintos me habían conducido hasta esta casa en el centro de la ciudad.

Trato de recuperar un poco las fuerzas. Alguien se me acerca y me sujeta del brazo derecho. Me dice algunas cosas que no logro entender. Empiezo a mirar dentro de la casa, la puerta se encontraba abierta. Hay mucha gente dentro, al parecer han dejado de hacer lo que estaban haciendo y ahora me están observando.

Parece ser una especie de reunión. Todos visten con ropas formales. Hay arreglos florales en diversas partes. Al fondo del lugar logro ver algo grande, horizontal, como si se tratase de una gran caja… al parecer se trata de un velorio. Alguien ha muerto y por alguna razón me he visto arrastrado por una fuerza inexplicable a este lugar y a cada centímetro que me acerco mi condición empeora.

Pierdo balance, mis piernas flaquean, siento que empiezo a caer, mi rodilla derecha golpea el piso. Mi cuerpo se abalanza y cae en seco. No siento mayor dolor del que ya tengo. No me puedo mover, todo a mí alrededor se oscurece.

Abro los ojos y me encuentro en la comodidad de mi cama, ¿todo ha sido un sueño? De ser así, ¿porque es que aun no me puedo mover? Es de noche. El silencio se ve interrumpido por el sonido amortiguado de algo que cae, pero no distingo que pudiera haber sido. Sigo sin moverme ni poder reaccionar. Segundos después mi cama empieza a agitarse y progresivamente aumenta su intensidad. Todo se empieza a oscurecer nuevamente.

Vuelvo a reaccionar, me encuentro nuevamente en aquella casa, en el velorio y sigo tirado en el piso. Dos personas se acercan a ayudarme. Sigo sin entender lo que me dicen. El terrible zumbido en mis oídos no cesa. Empiezo a luchar internamente contra mis impulsos, algo me está jalando, me obliga a tener que continuar, pero a la vez estoy aterrado, no entiendo porque me sucede esto.

Las personas me tratan de poner en pie y me llevan hacia una silla de plástico para que me pueda sentar. Alguien se acerca con una jarra de vidrio y me ofrece un vaso con agua. Lo alejo torpemente con el brazo izquierdo, no tengo sed.

Debo continuar, pero cuando trato de levantarme, me detienen. Alguien está llamando por teléfono. Supongo que llamaran a la policía o alguna ambulancia. No tiene importancia.

Vuelvo a intentar ponerme en pie y logro avanzar tres pasos, logro tomar por sorpresa a los demás. Sin embargo no llego muy lejos. Alguien a unos metros de donde nos encontramos parece haberse caído. Un hombre de traje negro. No puedo soportar más mi peso y caigo también al suelo. Solo logro escuchar gritos que parecen lejanos. Ecos que se van apagando. Supongo que solo llegaré hasta aquí. El impulso es mucho más potente, el terror abrumador, pero no puedo más, siento mi cabeza estallar.”

+++

La ambulancia ha llegado. Los paramédicos examinan al sujeto desconocido. A pesar de no tener buen semblante, sus signos vitales son casi normales, con excepción de su presión que parece estar en muy elevada. Traen la camilla y lo colocan en ella para llevárselo a la ambulancia. Una vez fuera, la gente reunida solicita apoyo a uno de los paramédicos, indicándole que había otra persona que se había desmayado. El paramédico acepta y le indica a sus compañeros que vayan avanzando, que él se haría cargo aquí. El chofer le hace un gesto en señal de aceptación. Se sube a la ambulancia y se van de inmediato al hospital cercano.

Los presentes se habían agrupado alrededor del sujeto. El paramédico se acerca para examinarlo y pide a los demás que se alejen lo suficiente para poder realizar su labor. Lo examina detenidamente y determina que puede moverlo, con mucha delicadeza, colocándolo de espalda sobre el suelo. Al caer inconsciente el cuerpo había quedado de lado mirando hacia el ataúd.

Y aunque nadie parece haberse percatado, o tal vez sea que simplemente no importe eso ahora, el sujeto que yace inconsciente en el piso es exactamente idéntico al desconocido que se acaban de llevar en la ambulancia…

***

No hay comentarios: