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martes, 29 de agosto de 2023

CAP 2 - III. LA HISTORIA DEL CABALLERO OSCURO

Corrieron por el negro bosque, esquivando y saltando entre raíces que sobresalían de la tierra, mientras gruesas y extensas ramas parecieron extenderse como en un intento de atraparlos. No tan seguros de cuanto tiempo recorrieron en el bosque, sino es hasta que a unos metros delante lograron divisar la luz de una gran fogata.

Marek, se adelantó sigilosamente, con intención de observar quienes se encontraban allí reunidos. Una caravana colorida de tres carromatos se encontraban al rededor de la gran fogata, mientras un grupo de personas con curiosas vestimentas se encontraban atendiendo sus labores, mientras unos hombres delgados y altos resguardaban el campamento. Sus bigotes ensortijados llamaron tu atención. No parecían ser una amenaza.

Se dirigió hacia sus compañeros para ponerlos al tanto de lo que había encontrado. Esperaron unos minutos más para observar la conducta del grupo encontrado y asegurarse que nadie los haya seguido.

La elfa que Marek había salvado, se presentó como Hethanna y continuaba llorando por haber abandonado a su esposo y hermano. Mientras continuaron esperando, ella se calmó y los miró a todos preguntándoles ¿quiénes eran?, ¿qué hacía ella en este lugar?, que debía volver a su casa, pero ¿dónde estaba su casa?.

Al notar eso Marek concluyó que debía dejar ir, siendo un habitante de es lugar, encontraría el camino de vuelta.

El graznido de un ave, los sobresaltó. Un pájaro negro más pequeño que un cuervo se había parado frente a ellos, mirándolos juiciosamente.

La voz de una mujer se hizo notar, invitándolos a acercarse y a compartir el fuego con ellos.

Se puso en pie acercándose, mientras un sabueso negro se planta a su lado como en señal de protección. El grajo voló de vuelta hasta donde ella se encontraba, posándose en la cornisa del carromato de Magda, vigilando.

- Bienvenidos sean, viajeros, siéntanse libres de acompañarnos sin temor, pues esta es una zona segura. Nadie nos molestará mientras nos encontremos reunidos al rededor del fuego. Mi nombre es Magda, la Errante y ellos son mi familia - extendió los brazos tratando de abarcar a todos los presentes.

Marek, se presentó ante Magda contándole la situación de su grupo y las extrañas circunstancias que los trajo hasta aquí. - Buscan escapar de ese lugar, al igual que nosotros - le respondió Magda con delicadeza. - Sin embargo, ustedes no deberían encontrarse en este lugar, ninguno de ustedes. Ustedes no son quienes deben ser - la expresión en su rostro había cambiado, con notoria consternación al no entender el mal que se cernía sobre ellos.

- El mundo esta por llegar a su fin pronto, cuando Sithicus se desmorone por completo. Sin embargo, podría haber una salida pero no creo que sea posible. Escuchen con atención... - cerró los ojos y cruzando los dedos de ambas manos a la altura de su pecho, proclamó:

Con el tiempo, el garrote se mostrará a la luz otra vez,
Y una nueva tribu se reunirá a su alrededor.
Las endechas resonaran por todos lados,
Y terrible será su canto.
Pero en el año de la destrucción, los extranjeros llegarán,
Y guiarán el camino de salvación a través de las fauces de la bestia.
Solo con su ayuda el errante escapará.
Y los extranjeros serán también liberados,
Cuando la rosa negra florezca.

Magda abrió los ojos, los cuales parecieron por un par de segundos estar en blanco, parpadeó un par de veces y miró con normalidad al grupo - La única forma de escapar esta en la Fortaleza Nedragaard, hogar del Caballero Oscuro. Durante mis años de cautiverio con él, he aprendido mucho de su historia, la que considero importante conocer, ya que alguna ventaja nos podría brindar al momento de hacerle frente. - bajó la cabeza mientras se frotaba la manos denotando cierta ansiedad y tristeza - Tomen asiento al rededor del fuego y escuchen con atención la siguiente historia... - una de las dos bellas jóvenes que formaban parte de la familia, se puso en pie y caminando al rededor del fuego levantó una especie de pandereta haciéndola sonar como si fuese la antesala a una épica historia y proclamó:
 
Había una vez, un poderoso guerrero, cuyas pasiones y negligencia al deber, lo condujeron a perder todo lo que amaba, su amor, su vida, su espíritu. Su historia, es un descenso a la profunda oscuridad que habita en el corazón humano.

Su nombre era Loren Soth, y esta es su historia. Hace mucho tiempo, Lord Soth, era mortal. Hace más de cuatro décadas, luchó del lado del bien en la lejana tierra de Solamnia.

En aquellos días, Lord Soth era un Caballero de Solamnia, que, a través de actos de gran valor y caballerosidad, obtuvo cada uno de los honores de su orden: Corona, Espada y Rosa.

Construyó la imponente Fortaleza Dargaard y desposó a la bella Lady Gladria de Kalaman. Orgulloso estaba de su esposa, pese a que fue solo el deber lo que lo obligó a casarse con ella. Orgulloso estaba del poderío de su fortaleza.

Orgullo. Como los Vistanis decimos, “A más grande el orgullo, más alta la caída”. ¿Y qué fue lo que hizo caer a este orgulloso caballero?

- La joven hizo una pausa y extendió la pandereta a Marek, agitándola levemente como en espera de un incentivo para continuar. Marek, sacó una moneda de plata y la lanzó dentro del instrumento. La joven continuó caminando unos paso más mientras que con un movimiento grácil guardó la moneda para continuar con el cadencioso ritmo de la pandereta. Ella tomó asiento mientras la segunda joven se puso en pie y dando un giro sobre la punta de su pie izquierdo, continuó con la historia. -

El deseo por una mujer que le estaba prohibida. Poseerla convirtió sus votos matrimoniales en una burla. Poseerla era una afrenta a la promesa que le hizo a los dioses. Pero, como los Vistani decimos “El más dulce fruto yace tras la valla más fuerte”.

Lady Isolde era su nombre. Era una doncella elfa de Silvanost, que viajaba con otras trece doncellas hacía la poderosa ciudad de Palanthas. Allí, se ofrecerían al dios Paladine, el valiente guerrero, padre de todo lo bueno, dragón de platino del cielo nocturno.

Las doncellas fueron asaltadas y tomadas prisioneras por bandidos. Eran docenas de bribones, cientos quizás. De alguna manera, sabían cuándo y dónde atacar.

Lord Soth enfrentó a su líder, un temible ogro, en combate singular. Luchó con brutal enemigo de acuerdo a las reglas del combate justo, superando al ogro, pese a que recurría a engaños y tácticas injustas. Los bribones huyeron, y Lady Isolde cayó en los brazos de Lord Soth. Una chispa inocente de amor fue encendida. La cual se convirtió rápidamente en una lujuriosa flama.

La doncella elfa había hecho sus votos para servir a su dios, pero no había hecho la promesa formal ante un sacerdote, por lo que, no tenía un juramento que romper. Sin embargo, Lord Soth, estaba unido a su esposa por el sagrado voto del matrimonio. Sus votos lo ataban “hasta que la muerte los separe”. Por lo que solo había una forma de romper esos votos. Y…

- La segunda joven se detuvo frente a Naedrik, estirando su mano mientras movía lentamente sus dedos en señal de un incentivo para continuar con la historia. Naedrik sacó una moneda de plata y se la entregó gentilmente. La joven giró y giró sobre sus pies para terminar en un pequeño salto estirando levemente ambas piernas, para sentarse al otro extremo de la fogata. La primera joven se puso en pie y comienzó a caminar nuevamente al rededor del fuego, continuando con la historia. -

Y de esa manera Lord Soth llevó a cabo el más grande de los pecados. Ordenó a su senescal, un hombre vanidoso y malvado, llamado Caradoc, asesinar a Lady Gladria. Lo que debió ser un lecho de rosas, se volvió un lecho de muerte. La sangre en sus sabanas mostraba que el asesinato se había llevado a cabo, aunque su cuerpo nunca fue encontrado.

Con increíble prisa y sin lagrima de pesar alguna por la muerte de su esposa, Lord Soth llevó a Lady Isolde a vivir con él a la fortaleza Dargaard. Su sangriento secreto parecía a salvo, pero las doncellas elfas que acompañaban a Isolde tenían oídos afinados y vista aguda. De alguna manera, se enteraron del crimen de Lord Soth. De alguna manera, sus habladurías llegaron a los oídos de los Altos Caballeros.

Fue llamado a un concejo de pares, siendo encontrado culpable de asesinato, adulterio y deshonrar los votos de su orden. Fue arrastrado por las calles de Palanthas, humillado y sentenciado a muerte. La ejecución se realizaría al día siguiente; que, de acuerdo con la tradición, Soth debería morir bajo su propia espada.

Pero esa noche…

- La pandereta seguía sonando agitada por la joven, acercándose donde Patrick, poniéndose en cuclillas frente a él,. Le sonrió dulcemente y alargo la mano libre hacia él. Patrick sacó una moneda de plata y se la colocó en la mano. La joven se sentó en el piso apoyándose sobre sus brazos, arqueando la espalda y moviendo lentamente la cabeza de un lado al otro. Rápidamente dio un giro sobre sus piernas poniéndose en pie para alcanzar a la otra joven que ya se había puesto en pie para darle el alcance, entregándole la pandereta, continuando con el relato. -

Esa noche, trece caballeros que permanecían leales a Lord Soth, lo sacaron de la prisión. En la oscuridad de la noche, fue llevado a la fortaleza Dargaard.

Los caballeros de Solamnia sitiaron la fortaleza, exigiendo que Soth se entregue para enfrentar su destino. Levantaron el asedio el tiempo suficiente para que Lord Soth desposara a Isolde en una triste ceremonia con escaza concurrencia.

El asedio fue largo y duro, pero la fortaleza Dargaard resistió. Y justo cuando las cosas no podían ser más oscuras, el dios Paladine le habló a Lord Soth. Los pecados del Caballero serían perdonados si emprendía una última tarea heroica. Lograrlo significaría su muerte, pero también sería su salvación.

Paladine ordenó viajar a Lord Soth a la ciudad de Istar, donde el Rey Sacerdote de aquella ciudad estaba a punto de exigir a los dioses el poder de erradicar todo el mal de Krynn. A menos que el Sacerdote sea detenido, los dioses destruirían la ciudad por completo en represalia. Solo Soth podría detener el cataclismo.

Lord Soth partió hacia Istar. Sin embargo, nunca llegó a la ciudad. ¿qué lo detuvo?

- La joven se detuvo frente a su compañera ayudándola a ponerse en pie. Tomadas de la mano, ambas se proyectaron estirando una pierna mientras se mantenían de punta con su otro pie. La joven sin pandereta soltó a la otra quien cayó con gracilidad al piso y giró sobre sus piernas para quedarse sentada mientras la otra joven de un brinco, se acercó a Edmond, estirándole la pandereta. Él sacó una moneda de plata, colocándola en la pandereta. -

Soth nunca llegó a Istar debido a que la fiera garra de los celos había apresado su corazón. Una de las doncellas elfa susurro en su oído que Isolde le había sido infiel y que el hijo que había dado a luz, no era de él.

Enfurecido, Lord Soth retornó a casa para confrontar a su esposa por sus crímenes imaginarios. En el mismo instante en que levantaba su enfundado puño contra su esposa, el Rey Sacerdote de Istar elevaba su voz a los cielos. Los dioses enfurecidos lanzaron una montaña sobre Istar, mientras fuego sagrado caía sobre la fortaleza Dargaard.

Consumida por las llamas, Lady Isolde le rogó a su esposo salvase la vida de Peradur, su hijo recién nacido, pero Lord Soth se alejó. Ese día perdió a su esposa, a su hijo, su vida y su alma. Sin embargo, algo maligno sobrevivió en su vacío pecho. Desde ese momento Lord Soth renació como un Caballero de la Muerte (Death Knight). Una criatura oscura, un despiadado servidor del mal. Un despojo de hombre, con voz escalofriante y toque gélido. Un desalmado demonio capaz de matar con tan solo una palabra, de sumirte en el más terrible dolor con tan solo una mirada. Una criatura capaz de congelarle la sangre al más valiente guerrero, de incendiar hasta las cenizas al más santo de los sacerdotes con solo pensarlo. Una criatura capaz de controlar las sombras a voluntad y reírse en la cara de los dioses.

Junto con la Dragon Highlord Kitiara Uth Matar, sirvieron a la diosa del mal, Takhisis, Reina de la Oscuridad, el dragón de cinco cabezas del cielo nocturno. Juntos, pusieron de rodillas a la gloriosa ciudad de Palanthas. Juntos, pensó Lord Soth, debían permanecer eternamente.

Pero Kitiara, la de la sonrisa torcida, murió ese día en la Torre de Alta Hechicería de Palanthas. Su espíritu cruzó el espejo de cinco cabezas y fue reclamado por Takhisis.

Se dice que Lord Soth esbozó una sonrisa al momento de encontrarse con el cadáver de Kitiara, pues ya estaba preparado para una situación como esta. Una vez caída la ciudad….

- La joven sin pandereta se acercó a su compañera y la abrazó. Ambas tomaron la pandereta y se estirando los brazos la pusieron frente a Patrick. Las miró ciertamente complacido con la historia y la danza ofrecida, sacando una moneda de plata, depositándola en la pandereta. Ambas continuaron al unísono la historia, mientras caminaba en sentido opuesto al rededor de la fogata -

Una vez caída Palanthas, el fantasmagórico senescal de Soth, Caradoc, entró al yermo Vacío, llamado Abismo, para ingresar al reino infernal de la Reina Oscura. Una vez ahí, levantó su medallón de oficio por encima de su cabeza y ordenó al espíritu de Kitiara ingresar en el. Con esto, Lord Soth podría levantar a la Dragon Highlord como un muerto viviente. Con ella a su lado, la corte de su Fortaleza estaría completa.

Pero Lord Soth no recibió el espíritu de Kitiara. Caradoc lo había ocultado, exigiéndole a cambio lo devuelva a la vida para entregárselo.

Lord Soth respondió a esta traición como siempre, con incendiaria pasión incinerando cualquier pensamiento racional. Buscó venganza contra su senescal, siguiéndolo entre las brumas, no una sino dos veces. Una vez en Barovia, reino del Conde Strahd Von Zarovich. Y una segunda vez, hacia Sithicus, la tierra que Lord Soth ahora rige.

Lord Soth está buscando solo una cosa, la cual es crucial en cada uno de sus pensamientos, en cada una de sus acciones. Esa cosa es regresar nuevamente a su tierra. No se detendrá ante nada ni ante nadie, en sus esfuerzos para lograrlo.

Nosotros, sus reacios sirvientes, rogamos para que algún día lo logre. Pues ese día veremos por fin el final de esta larga y oscura noche.

Magda se puso en pie mientras las dos jóvenes retomaron su ubicación inicial al rededor del fuego.- Vengan conmigo, debemos saber lo que les depara el destino - extendiéndoles la mano, invitándolos a pasar a su carromato. Era un lugar pequeño, bastante abarrotado pero colorido, con un sin fin de objetos extraños entre cajas, cajones, estantes y muchas otras cosas colgadas del techo. Cosas raras e inexplicables.

Magda se puso tras una pequeña mesa, poniendo un pequeño paquete envuelto en una colorida tela azul con hilachas doradas. Murmuró una palabras, posando ambas manos sobre el envoltijo. Procedió a desenvolverlo hasta mostrar un mazo de cartas antiguo, de superficie amarillenta, con crípticos dibujos en tinta negra.

Estiró la tela sobre la mesita donde empezó a colocar las cartas que iba sacando al azar del mazo. Primero tres cartas, las cuales vio con inquietud. Las recogió, las barajó y sacó nuevamente tres cartas  y nuevamente las recogió con inquietud. Repitió el proceso tres veces más, hasta que decidió cambiar la configuración y cantidad de cartas, formando esta vez una extraña forma de cruz. Sus ojos denotaron preocupación y a la vez cierta resignación.

- Los hilos han sido movidos de tal forma para que ustedes se encuentren en este lugar, pues han sido enviados a buscar algo, algo que no estoy segura de que podría ser, pero ustedes lo sabrán en cuanto lo vean. Sin embargo, solo veo muerte para ustedes, no parece haber escapatoria de ello, es inevitable. Podrán extender su tiempo pero nadie podrá escapar de tan nefasta invitación. - barajó nuevamente el mazo con gran habilidad y sacó una carta con un parca portando una guadaña sobre un caballo esquelético, se titulaba "El Jinete". Insertó la carta en el mazo y volvió a barajarlo rápidamente para sacar nuevamente la misma carta. Mezcló nuevamente el mazo y esta vez lo desplegó en abanico invertido sobre la mesa, escogiendo una carta al azar, "El Jinete", otra vez.

- Una terrible espada se cierne sobre sus cabezas y no hay nada que podamos hacer al respecto. Sin embargo, algunas vidas terminan en favor de otras. Así que procuraremos que cuando llegue ese momento no sea en vano. Descansen esta noche y no se preocupen de ello por ahora. - Magda reunió las cartas y las cubrió con la tela azul.

Marek se acercó a ella pidiéndole pudiera brindarles cualquier tipo de ayuda. Ello lo miró directamente a los ojos, como si por un instante reconociese su propia mortalidad en su reflejo, a lo que ella con cierta resignación asintió. - Descansen, que mañana será otro día y hay un largo camino que recorrer hasta la Fortaleza de la Rosa Negra.-

Esa noche, el peso de esta carga fue monumental, sin embargo, a pesar de esto, algo en sus corazones les hacía sentir que su última noche no estaba tan próxima como la Vistani les había presagiado.

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