Continuaron con el siguiente espejo, cuyo marco de hierro negro forjado con forma de rosas y tallos espinados entrelazados, parecían encontrarse ligeramente fundidos. Sin embargo, el espejo en sí se mantenía incólume. En el un amplio pasillo conduce hacía unas puertas dobles abiertas, revelando un brillante sol en un cielo azul. A un lado del sol, una segunda luz se podía ver en el cielo, un brillante resplandor rojo del tamaño de una estrella. Los canticos de alegría y celebración se escuchaban por todas partes.
Se encuentran en un gran corredor como devotos portando túnicas clericales multicolor. En sus jóvenes ojos se logra apreciar el brillo del fanatismo. El corredor conducía a un par de puertas abiertas. Del otro lado el corredor se bifurcaba girando a la izquierda y la derecha. Los graznidos de un ave llamaron su atención. Ubicando en el pasillo derecho se encontraba encadenado de la pata derecha en una pajarera un grajo, el cual les hizo recordar a la mascota de Magda. – Cruzar… – graznó – Cruzar… -.
Flotando en el medio del corredor permanecía un portal ovalado bidimensional de absoluta oscuridad.
Recorrieron el corredor para ver el origen del bullicio. Tras las puertas dobles, contemplaron el azul del cielo. A la derecha del sol, una segunda luz se mantenía en el cielo, una estrella roja brillante. Un hombre con un tocado ornamentado se encuentra de pie en el pórtico. Portando túnicas como las suyas. Un tramo de escaleras desciende frente a él. En la base de las escaleras, miles de personas en un espacio abierto han levantado sus manos hacia el cielo. Cantando al unísono - Rey Sacerdote, escuchamos tus palabras. Rey Sacerdote, hacemos tu voluntad. – El Rey Sacerdote les hizo una señal para que hicieran silencio y lo dejasen hablar.
- ¡Gente de Istar!, ¡Fieles devotos!, Hoy le ordenamos a los mismos dioses. Hoy, desterramos el mal de la faz de Krynn. Únanse conmigo en solemne plegaria mientras realizó los preparativos para concluir con el ritual sagrado. -
Mientras el Rey Sacerdote hablaba, Soth se había desplazado sigilosamente por el templo, dirigiéndose hacía el Sacerdote en el pórtico para exigirle que se detenga. El Rey Sacerdote se negó, señalándolo como hereje y enviado del mal, mientras sus seguidores le gritaban infinidad de improperios. Soth empezó a luchar con él mientras del cielo iban cayendo escombros en llamas, haciendo que la multitud entre en pánico.
EL grupo se lanzó contra Soth en un intento de detenerlo, instándolo a que todo lo que estaba sucediendo era una mentira, que no debía encontrarse en este lugar, que todo era una fantasía enferma que revivia dentro de un espejo.
La multitud se sorprendió al ver a la mujer de cabello negro vestida en armadura azul intentando subir las escaleras, mientras que algunos intentaban detenerla. En una mano llevaba algo que parecía un palo negro con un pomo en un extremo. - Rey Sacerdote – gritaba ella – Presta atención a las señales. Los dioses están molestos. ¡Mira! ¡Todas las flores en Istar se han vuelto negras! –
Un rugido furioso recorrió la multitud. Muchas manos la jalaban de vuelta, desapareciendo entre la muchedumbre. – El campeón de Paladine nos salvará a todos – gritó – La Rosa negra es el símbolo de tu caída y señal de nuestra liberación. -
Marek, Keijo, Edmond y Naedrik se enfrentaron a Soth, interfiriendo en su combate con el Rey Sacerdote, quien aprovechó para realizar un conjuro que aparentemente no tuvo efecto alguno. Sin embargo, segundos después el Rey Sacerdote desapareció en un resplandor de luz.
La furia de Soth era evidente, pues habían evitado que mate al Rey Sacerdote. Elevó su puño derecho al cielo, el cual se había encendido en llamas y conforme lo bajaba a la altura de pecho proclamaba rabiosas palabras, palabras que Patrick no tuvo el tiempo suficiente para comprender, pues cuando chasqueó los dedos, una explosión de fuego lanzó volando a todos, sumergiéndolos en una cálida niebla naranja.
Todos aparecieron frente al espejo cuyo reflejo se había nublado formando un remolino caótico. Al dirigir la mirada hacía el trono, el caballero se encontraba sentado con la espalda muy erguida, sacudiendo la cabeza, como si estuviese tratando de despertar. De repente sus ojos se abrieron revelando dos puntos naranja brillantes en medio de sus cuencas vacías. El caballero miró atentamente a cada uno de ellos, dirigiendo lentamente la mirada hacía otro lado.
El calor de las llamas aún ardía en su piel, como si una criatura invisible reptase por sus piernas y brazos, tratando de escalar hasta su cabeza.
Continuaron con el siguiente espejo, en cuyo reflejo pudieron ver un gran campo de torneo. En el extremo más alejado vieron varias carpas de campaña coloridas. En el amplio espacio entre las tiendas, dos figuras con brillante armadura luchan mientras unos observaban, otros vitoreaban. Solo el ruido del choque de espadas se dejaba escuchar. Al lado de una de las carpas lograron ver una inmensa figura azul, una especie de criatura acurrucada que pareciera estar durmiendo.
Con cierta inquietud sopesaron los riesgos de entrar en este espejo versus los riesgos de permanecer en el salón del trono conforme pasaban las horas. Sin embargo, todo les jugaba en contra y ante la adversidad decidieron continuar, enfocándose en ese reflejo.
Se encontraban en un amplio campo de hierba. A unos cientos de metros, cuatro coloridos pabellones se ubicaban en un claro. Entre las tiendas, dos figuras en reluciente armadura, combatían con espadas mientras otros observan. El choque de espadas resonaba por toda la llanura. Al lado de uno de los pabellones, yacía un gran dragón acurrucado, durmiendo.
El ovalado y oscuro portal dimensional se encontraba detrás de ellos. Sin mayor dilación emprendieron el camino en dirección al campamento.
Dos caballeros se encuentran enfrascados en combate, ajenos de los vítores de los espectadores. Uno portaba una malla de placas y un escudo, su emblema era el Kingfisher con una rosa rojas en su pico. De cabello rubio lacio y bigote largo. El otro caballero llevaba una cota de malla y un escudo azul con un dragón plateado en relieve. Tanto su cabello como su bigote son blancos y su rostro se encontraba zurcado por la edad. Sin embargo, combatía como en sus mejores días.
Una docena de jóvenes escuderos permanecían a un lado del campo de lucha, aplaudiendo conforme avanza la pelea. – Un hurra por Lord Soth – gritaban algunos. – Buena pelea Lord Pal – gritaban otros.
En uno de los pabellones frente al campo de batalla, se encontraba una joven guerrera en armadura azul, sentada en una silla de caoba tallada. En una de sus manos tenía una bufanda bordada, como premio. La levantó ligeramente, llamando a los dos caballeros ante ella. - ¡El vencedor se lleva el botín! El ganador del torneo se llevará hoy mi mano en matrimonio. Solo me casaré con aquel que logre vencer a todos los contendientes. -
El hombre de cabellos blancos, volteó a ver a la mujer, asintiendo con una sonrisa. Es en ese instante, que el otro caballero le asestó un golpe, atravesando su cuello. La sangre salpicó por todas partes. Sus ojos se abrieron como platos por la sorpresa mientras se desplomaba en el piso.
El caballero victorioso, volteó hacia Kitiara – ¡Gané, Kitiara! – gritaba mientras limpiaba la sangre de su espada. – Eres mía –
- No todavía – le respondió la mujer con una sonrisa torcida en los labios. – Mira, más contendientes han llegado – apuntando en dirección del grupo que se acercaba.
Se acercaron mirando a todos los presentes, fijando finalmente su mirada en Soth. Se miraron entre ellos, asintiendo como para dar inicio a una estrategia bien pensada, lanzándose todos ellos contra Soth.
Kitiara al ver este acto deshonroso, se lanzó en combate, que de dos trancos se puso al lado de Soth, desenfundado su espada.
Naedrik lanzó un grito dando pasó a un poderoso rugido mientras todo su grupo contemplaban con asombro como se iba transformando en un gran oso pardo.
Kitiara la observó complacida por la primera movida, lanzó un silbido largo y agudo. El gran bulto azul que se encontraba descansando, empezó a ponerse en pie para tomar parte de la pelea.
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