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miércoles, 10 de enero de 2024

CAP 3 – I. LAS RAICES DEL MAL

Las nieblas de invierno descendían sobre la tierra cubriendo el bosque enfermo, lo que ponía en alerta a todos pues las incursiones de las criaturas se incrementaban aprovechando las circunstancias. El viento arrastraba una melodía melancólica sumiendo todo en un ambiente aciago, presionando tanto los corazones, como sus gargantas, como presagiando un funeral.

Naedrik colocó un bloque de madera sobre otro, sumando una cuarta torre en su nuevo intento de levantar un castillo tan imponente como los de las tierras altas, aunque sea pequeño. Levantó la mirada por encima de su rustica maqueta, viendo a sus padres conversar con cierta preocupación. Oghmara vio de reojo a su pequeña, percatándose que los veía. Tomó a su esposo por las manos con la intensión de transmitirle tranquilidad mientras le señalaba con la mirada a su hija.

Ya antes los había escuchado discutir, pero la situación no parecía mejorar con el tiempo. Las sangrientas incursiones eran cada vez más frecuentes y el avance de la plaga se esparcía. Un grupo de sus soldados había avistado la aparición de aquella elusiva aberración que había cobrado varias vidas, pero la frustración en el rostro de Roeghard era obvia. Buscaban la forma de tomar medidas para hacer frente a las constantes amenazas y las cuevas en las montañas no los mantendrían a salvo por mucho tiempo.

Eso sin contar las reiteradas luchas internas encabezadas por Delwrym.

Su Madre era de la idea de hacerles frente directamente y erradicarlos, pero su Padre pretendía continuar con la búsqueda de los Ancestros. Aunque si bien, era el interés de los clanes lograr un equilibrio en la tierra, los medios distaban ampliamente de conseguirlo.

Oghmara se acercó donde ella le tomó de su mano, llevándola a su vientre. La cicatriz en su brazo izquierdo le ardía levemente. Lágrimas negras surcaron su rostro mientras continuaba sujetando firmemente su mano, presionándola a su vientre. Un frio comenzó a recorrer sus dedos, saltando a su mano, luego a su antebrazo, que para su sorpresa parecía estar siendo engullido en el cuerpo de su madre.

La expresión de pena en su rostro cambió drásticamente, distorsionando sus facciones grotescamente. Su boca se abrió ampliamente, dando paso a un oscuro foso, pestilente e insondable, con la intención de tragársela. Era una de ellos, los goblyns habían invadido el lugar, tomado el control de ellos, eran las mismas criaturas que los habían atacado bajo la capilla de los seguidores de Hala, pero que hacían tan lejos, que hacían en estas tierras. El poder de Delwrym era tal que ¿ahora era capaz de controlarlos?, ¿los había enviado para terminar lo que ella no pudo?

Naedrik forcejeó con la criatura mientras del interior de sus fauces algo estaba saliendo entre el crujir de huesos y el desagarro de carne, un conjunto de ramas secas ennegrecidas crecía, unidas a dos delgados troncos, como si se tratasen de dos brazos marchitos con garras alargadas.

Estiró ambos brazos tomándola por el cuello, enredándola entre ramas y enredaderas que brotaron de varias partes. Naedrik, dio un fuerte y extenso grito, que fue apagado al ser enterrada entre montones de ramas y plantas.

De repente un poderoso rugido resonó. Un imponente oso pardo se levantó entre las ramas y enredaderas, arrancándolas con sus poderosas garras. Se abalanzó contra los goblyns destrozándolos sin contemplación. Sin embargo, seguían avanzando contra ella sin detenerse.

La cueva retumbó, haciendo saltar a todos los goblyns, los cuales salieron corriendo espantados.

La cicatriz en su brazo izquierdo comenzó a quemarle intensamente. La abominación con la que se enfrentó hace algunos años hizo su aparición delante de ella.

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