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miércoles, 10 de enero de 2024

CAP 3 – II. MISERICORDIA

Abrió los ojos, contemplando la oscuridad que le cubría, mientras un aleteo lejano se iba desvaneciendo en una cacofonía de graznidos, dando paso a múltiples gritos de terror. Su visión se fue adaptando a la mortecina luz del lugar, la cual se filtraba por los ventanales a medio cubrir, mientras el viento revoloteaba las cortinas conjurando entes fantasmagóricos en el subconsciente. Se sentó en el camastro recogiendo sus mangas, revisó sus brazos, hurgó en su pecho y sus piernas bajo las mantas, buscando las marcas dejadas por las afiladas garras y dientes. Sus heridas habían sido atendidas y sanadas. Sin embargo, la reminiscencia del dolor aún le escocia en la piel como un inconsciente recuerdo de su cercano encuentro con la muerte.

Si bien su cuerpo pareció haber sanado, su cabeza era otra historia, pues en su mente muchos recuerdos se mezclaban como en un torbellino de vidas pasadas y ajenas. Sin embargo, los violentos recuerdos de su fatídico encuentro bajo la capilla de Hala fueron ganando terreno. Atrás quedó el opresivo y deplorable entorno de Sithicus, las carbonizadas estructuras de la espeluznante Fortaleza Nedragaard, su siniestro y escalofriante gobernante, así como sus terribles esbirros y sus deprimentes habitantes. ¿Qué fue lo que había pasado? ¿Todo había sido un sueño o mejor dicho una terrible pesadilla?

Los sonidos de unos pasos le trajeron de vuelto a su sitio, contemplando a una delgada y pálida mujer vestida de blanco que sujetaba una porta velas en una mano y con la otra trataba de proteger la llama evitando que esta se apague inadvertidamente.

Las sombras que se formaron distorsionaron su aspecto de formas grotescas, pero conforme se acercó sus facciones se fueron afinando permitiéndole identificar, con cierto alivio, a la Hermana Quellandra, recordando que ella fue quien los estuvo atendiendo en su momento más vulnerable.

- ¿Están ustedes bien? - les preguntó la débil y algo melosa voz, tratando de disimular la emoción que sentía de verlos reaccionar. – ¿Necesitan que los ayuden con algo? Le voy a dar aviso a la Hermana Larshela, me indicó le avise en cuanto recobrasen el conocimiento. -

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