DELWRYM DRYGIONI
“Donde otros ven muerte, yo veo el florecer de un nuevo orden”
I. LA NATURALEZA NO OLVIDA
Durante varias noches estuvo meditado en medio del circulo de piedras consagrado, ansiando recibir una visión que le permita recuperar el equilibrio, ante las constantes luchas y muertes que venían arrastrando a los clanes hacía una terrible oscuridad.
- ¿Qué haces ahí sentada hija mía? Las cosas no se resolverán solas, sabes. Si necesitas una respuesta, debes aprender a plantear la pregunta correcta. –
El cuerpo se le escarapeló del miedo. Estuvo tanto tiempo esperando este momento que después de tantos años, ya dudaba que le fueran a responder.
Miedo, de eso se trataba todo esto. Así fue como obtuvo el liderazgo del clan y así es como ganaría esta guerra. En lugar de abrir los ojos los apretó con más fuerza, como si de esa manera pudiera despejar todo rastro de duda que aún albergaba en su corazón.
- ¿Realmente deseas dejarme esperando? Tal vez me lo merezca, haz esperando tanto este momento que comprendo tu aprensión, sin embargo, no deberías temerme. Estoy aquí porque tú me llamaste. –
Abrió lentamente los ojos, para contemplar entre los árboles a una pálida figura indefinida, ya que no sabría decir si se trataba de un hombre o una mujer, cubierta por unas telas de franela blanca impolutas. Se acercaba lentamente, proyectando un aura sobrenatural, sin emitir ni un solo ruido, deteniéndose a centímetros del círculo de piedras consagrado.
- He venido a traerte las respuestas que necesitas, pero primero debes dejarme entrar como aquella vez. Cuando acudí en tu ayuda... –
Ella le vio con extrañeza ¿por qué un espíritu guía necesitaría pedir permiso para entrar? Se miraron fijamente a los ojos. Esos oscuros y profundos ojos siniestros que lloraban lágrimas negras.
II. LAGRIMAS NEGRAS
Delwrym Drygioni nació entre las nieblas perpetuas y las colinas melancólicas de Forlorn, un páramo donde incluso la naturaleza había olvidado como florecer. Ella fue contra todo pronóstico una luz tenue en medio de aquella oscuridad. Era una bella joven idealista con intensión de sanar, proteger y restaurar el equilibrio natural. Sus padres, miembros del clan Tywill, procuraron mantenerla al margen de toda la maldad que sucedía en el mundo y ocultarla del resto de sus camaradas.
Durante una de las noches de celebración a la Luna, la joven Delwrym, decidió salir a pasear, aprovechando que sus padres se encontraban ocupados realizando otras tareas. Su caminata por el bosque no pasó inadvertida.
Brannoc Tywill, líder del clan, era un hombre fuerte, supersticioso y violento. Descubrió aquella noche de particular angustia, una flor singular que deambulaba por el bosque. En un principio pensó que se trataba de una alucinación, una ninfa, pero después descubrió que aquella joven forma parte de sus filas. En él despertó un deseo tan poderoso que desde que la vio, decretó que debía ser suya a toda costa. Envió a sus padres a una misión de reconocimiento, de la cual sabía muy bien no volverían con vida. Durante el luto de la joven, él se acercó y la tomó como su protegida. Con el tiempo se ganó su confianza.
Una noche sin estrellas, la llevó a lo alto de unas ruinas para realizar una ceremonia druídica con la finalidad de buscar guía a los espíritus. Allí, entre las piedras ancestrales, Brannoc se quitó la máscara de noble líder, dejando ver sus verdaderas intenciones y se dispuso a forzarla.
Delwrym no gritó, no suplicó. Algo dentro de ella se quebró en miles de pedazos y se volvió a fundir, como el hierro, tomando una nueva forma. La repentina comprensión de que todo aquello que le habían hecho creer había sido mentira, había transformado completamente a la joven.
Traición.
Sintió dentro de ella un ardor que pulsaba, que crecía, algo que fluía y comenzaba a quemarle las entrañas. Dentro de ella una fuerza salvaje e incontrolable se desataba, liberando toda la ira y odio que jamás hubiese imaginado contener.
Grandes raíces negras espinosas brotaron del suelo, latigueantes, como serpientes vengadoras, sujetando al líder de cada uno de sus miembros, para tirar de ellos con fuerza tal, desmembrándolo lentamente, bañándola en su sangre. En los arboles cercanos se habían formado unos rostros con un grito congelado que lloraban savia negra.
Cuando todo termino, Delwrym no lloró.
Regresó al campamento sin miedo, ni vergüenza. Cubierta en sangre se ubicó en medio de todos y mostrando sus heridas proclamó. – Me quiso tomar. La tierra lo tomó primero –
Todos quedaron atónitos, pero nadie intentó desafiarla. La naturaleza había hablado.
///Continuará???
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