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sábado, 18 de octubre de 2025

AQUEL CAMINO HECHO DE BUENAS INTENCIONES... (III)

DR. LEE COOPER
"Yo solo quise darles una vida más alla del dolor. Fue el mundo quien quizo devolverme un cadáver"

I. REDENCION O CONDENA

Devastado… Negaba la realidad… Negaba la muerte…

Sumergido en su miseria, rodaba cuesta abajo en una espiral autodestructiva hacia un inevitable y catastrófico final.

Grimorios prohibidos, fórmulas ominosas, rituales blasfemos, pactos sacrílegos, reliquias profanas que eran mejor dejarlas enterradas en las negras profundidades de la tierra. Le susurraban, lo atraían, le seducían haciéndole promesas inefables a través de los huesos de antiguos nigromantes.

Dilapidó la fortuna familiar buscando el más mínimo atisbo de un estudio innombrable. Procedimientos que rebasaban los límites de la cordura, actos que cualquier mente culta aborrecería pensar. Cuerpos que no deberían despertar. Almas que no querían regresar.

El nombre de su familia fue excluido de todas las listas sociales. Su mansión se cerró para todo el mundo, salvo aquellos que estuviesen relacionados con su nefasta investigación. Las sombras mudas de los fieles criados que permanecieron dentro, lentamente fueron desapareciendo.

Algunos decían que la voz incorpórea de ella aún se escuchaba por las noches, cantando aquella canción que bailaron la noche de su compromiso, resonando en distintos ambientes de la mansión. Otros afirmaban haber visto una delgada figura, cubierta en un grisáceo velo etéreo, deambulando por los pasillos... con la cabeza balanceándose sobre su cuerpo.

Pero él no se detuvo. Se convirtió en un médico de lo imposible, un diseccionador del alma, obsesionado con traerla de vuelta, sin importar cuán fragmentada, distorsionada o blasfema fuese su forma.

Y como ocurre con todo en estas tierras, la historia se torció.

Un día, su último experimento pareció funcionar. La carne respondió. Los labios se movieron. Un corazón palpitó.

Pero no era ella… o al menos, no del todo.

Lo que regresó era un eco siniestro... o tal vez un pútrido cascarón habitado por otra cosa. Una voz dulce con palabras malsanas. Una sonrisa fría sin emociones. Una mirada vacía que lo observaba... como si él fuera el experimento.

Se negaba a aceptar su fracaso. Para él, lo que regresó era ella, solo que… incompleta. Solo necesita hacer unos ajustes y podría arreglarla. Encontrar la pieza faltante y terminar el trabajo. Debía volver a empezar… otra vez…

No había tiempo para lamentarse, ni de entregarse a la desesperación. Estaba tan cerca. Y si para ello debía quebrar todas las almas que se le cruzasen en el proceso, arrancar más corazones, o destilar todas las vidas que considerase necesarias, lo haría. Se arrastraría entre los reinos, se sumergiría en lo más profundo de la niebla, en busca de un último secreto prohibido.

Porque en su mente, el amor no murió. Solo se transformó.

II. ASCENSO Y CAIDA DE UN PRODIGIO

El Dr. Lee Cooper nació de una noble familia en Levkarest, en el venenoso dominio de Borca. Su madre, Serena Cooper, fue una mujer brillante pero frágil, consumida lentamente por una enfermedad degenerativa incurable. Su padre, el frío, pero ambicioso Barón Corven Cooper, no soportó verla apagarse, retirándose al licor, la ira y finalmente el abandono.

Lee quedó solo, a los once años, viendo morir lentamente a su madre.

A esa edad decidió que no sería un niño más que entierra a un ser querido y sigue adelante. Se convertiría en médico. No por vocación, sino por venganza personal contra la muerte.

A los 17 años fue aceptado en la Universidad de Ludendorf, en Lamordia, donde desarrolló una reputación entre sus colegas por su audacia y su habilidad quirúrgica, especializándose en estudios avanzados en la preservación y reanimación de tejidos.

Durante sus años universitarios, conoció a la joven Elysia Dromelle, la hija de un comerciante borcano de renombre. Inteligente, mordaz y con una belleza etérea. Elysia fue el equilibrio emocional que Lee nunca supo que necesitaba. Pronto se comprometieron, realizando una gran fiesta que incluso aún ahora se comenta en algunos círculos, no sin terminar la historia con una seña de protección, como tratando de ahuyentar los malos espíritus. Esa noche Lee le confesó que no soportaría la idea de perderla, ella le sonrió de felicidad y le dijo - Entonces, prométeme que me salvarás. - Él lo prometió.

Juntos levantaron un laboratorio en los cimientos de la mansión Cooper, tomando todas las medidas de seguridad que les fue posible. Convencidos de que juntos podrían desafiar los límites de la ciencia.

Fue allí donde cometió su más grande error.

Una noche, mientras trabajaban juntos en un método para revitalizar tejido muerto mediante impulsos electro-alquímicos. Lee decidió poner a prueba unos manuscritos que había adquirido en el mercado negro, fragmentos de las notas del infame Dr. Victor Mordenheim, el infame científico de Lamordia. Él decidió no ponerle al tanto de este descubrimiento a su prometida, para sorprenderla al momento de tener éxito.

Bajo esa guía intentaron animar un brazo humano extirpado y reconstituido. El experimento fue todo un éxito, aquel brazo abrió y cerró la mano en repetidas oportunidades.

Ante este logro, Lee le confesaría a ella, las referencias que utilizó para este avance. Cuando ya se estaban retirando del laboratorio, un violento ruido atrajo la atención de ambos. Al acercarse, la mesa de metal donde se encontraba el brazo, se encontraba tumbada y vacía. Las correas habían cedido, casi al punto de ser arrancadas.

De repente los frascos comenzaron a caer, estallando contra el piso de piedra. Algunos estantes prácticamente fueron lanzados hacía ellos. Algo se movía entre las sombras.

Lee y Elysia se tomaron de las manos cubriendo sus espaldas, hasta que un sonido agudo y sibilante, le hizo volver la vista a Lee para contemplar con horror que el brazo reanimado sujetaba a Elysia por el cuello.

Trató de liberarla, pero con cada esfuerzo que hacía, este parecía apretarla con mayor fuerza. Hasta que escuchó aquel crujir que hasta la fecha lo despierta cada vez que intenta cerrar los ojos buscando descanso. El cuello del amor de su vida, había sido roto, desplomándose en el frio suelo. De aquel experimento no se supo nunca más.

Lee la tomó en sus brazos, mientras el inerte cadáver de ella lo miraba con una expresión de desconcierto más que de terror. Él gritó, maldiciendo a todo aquello que los rodeaba.

Y cuando el cuerpo de ella quedó frío, supo que fallar no era una opción.

///Continuará???




AQUEL CAMINO HECHO DE BUENAS INTENCIONES... (II)

DELWRYM DRYGIONI
“Donde otros ven muerte, yo veo el florecer de un nuevo orden”

I. LA NATURALEZA NO OLVIDA

Durante varias noches estuvo meditado en medio del circulo de piedras consagrado, ansiando recibir una visión que le permita recuperar el equilibrio, ante las constantes luchas y muertes que venían arrastrando a los clanes hacía una terrible oscuridad.

- ¿Qué haces ahí sentada hija mía? Las cosas no se resolverán solas, sabes. Si necesitas una respuesta, debes aprender a plantear la pregunta correcta. –

El cuerpo se le escarapeló del miedo. Estuvo tanto tiempo esperando este momento que después de tantos años, ya dudaba que le fueran a responder.

Miedo, de eso se trataba todo esto. Así fue como obtuvo el liderazgo del clan y así es como ganaría esta guerra. En lugar de abrir los ojos los apretó con más fuerza, como si de esa manera pudiera despejar todo rastro de duda que aún albergaba en su corazón.

- ¿Realmente deseas dejarme esperando? Tal vez me lo merezca, haz esperando tanto este momento que comprendo tu aprensión, sin embargo, no deberías temerme. Estoy aquí porque tú me llamaste. –

Abrió lentamente los ojos, para contemplar entre los árboles a una pálida figura indefinida, ya que no sabría decir si se trataba de un hombre o una mujer, cubierta por unas telas de franela blanca impolutas. Se acercaba lentamente, proyectando un aura sobrenatural, sin emitir ni un solo ruido, deteniéndose a centímetros del círculo de piedras consagrado.

- He venido a traerte las respuestas que necesitas, pero primero debes dejarme entrar como aquella vez. Cuando acudí en tu ayuda... –

Ella le vio con extrañeza ¿por qué un espíritu guía necesitaría pedir permiso para entrar? Se miraron fijamente a los ojos. Esos oscuros y profundos ojos siniestros que lloraban lágrimas negras.

II. LAGRIMAS NEGRAS

Delwrym Drygioni nació entre las nieblas perpetuas y las colinas melancólicas de Forlorn, un páramo donde incluso la naturaleza había olvidado como florecer. Ella fue contra todo pronóstico una luz tenue en medio de aquella oscuridad. Era una bella joven idealista con intensión de sanar, proteger y restaurar el equilibrio natural. Sus padres, miembros del clan Tywill, procuraron mantenerla al margen de toda la maldad que sucedía en el mundo y ocultarla del resto de sus camaradas.

Durante una de las noches de celebración a la Luna, la joven Delwrym, decidió salir a pasear, aprovechando que sus padres se encontraban ocupados realizando otras tareas. Su caminata por el bosque no pasó inadvertida.

Brannoc Tywill, líder del clan, era un hombre fuerte, supersticioso y violento. Descubrió aquella noche de particular angustia, una flor singular que deambulaba por el bosque. En un principio pensó que se trataba de una alucinación, una ninfa, pero después descubrió que aquella joven forma parte de sus filas. En él despertó un deseo tan poderoso que desde que la vio, decretó que debía ser suya a toda costa. Envió a sus padres a una misión de reconocimiento, de la cual sabía muy bien no volverían con vida. Durante el luto de la joven, él se acercó y la tomó como su protegida. Con el tiempo se ganó su confianza.

Una noche sin estrellas, la llevó a lo alto de unas ruinas para realizar una ceremonia druídica con la finalidad de buscar guía a los espíritus. Allí, entre las piedras ancestrales, Brannoc se quitó la máscara de noble líder, dejando ver sus verdaderas intenciones y se dispuso a forzarla.

Delwrym no gritó, no suplicó. Algo dentro de ella se quebró en miles de pedazos y se volvió a fundir, como el hierro, tomando una nueva forma. La repentina comprensión de que todo aquello que le habían hecho creer había sido mentira, había transformado completamente a la joven.

Traición.

Sintió dentro de ella un ardor que pulsaba, que crecía, algo que fluía y comenzaba a quemarle las entrañas. Dentro de ella una fuerza salvaje e incontrolable se desataba, liberando toda la ira y odio que jamás hubiese imaginado contener.

Grandes raíces negras espinosas brotaron del suelo, latigueantes, como serpientes vengadoras, sujetando al líder de cada uno de sus miembros, para tirar de ellos con fuerza tal, desmembrándolo lentamente, bañándola en su sangre. En los arboles cercanos se habían formado unos rostros con un grito congelado que lloraban savia negra.

Cuando todo termino, Delwrym no lloró.

Regresó al campamento sin miedo, ni vergüenza. Cubierta en sangre se ubicó en medio de todos y mostrando sus heridas proclamó. – Me quiso tomar. La tierra lo tomó primero –

Todos quedaron atónitos, pero nadie intentó desafiarla. La naturaleza había hablado.

///Continuará???




miércoles, 15 de octubre de 2025

AQUEL CAMINO HECHO DE BUENAS INTENCIONES... (I)

HENZO SHURIDO
“Cuando la espada se levanta por orgullo, incluso la victoria sabe a derrota.”

I. UNA FRIA Y LARGA NOCHE

Abrió los ojos. La temperatura había descendido, despertándolo el frio repentino. Le era raro siendo que estaba comenzando el verano. Se puso en pie e instintivamente contempló el lugar como si supiese que encontraría algo. Keijo se encontraba acurrucado en un rincón, dormido, luchando contra el frio con esa vieja manta que utilizaba desde que lo encontró.

Un ruido lejano llamó su atención, el choque de metal contra metal. Recogió sus cosas, por precaución, una vieja costumbre difícil de dejar. Salió del refugió y fue en dirección del ruido, el cual se iba haciendo cada vez más fuerte e intenso. Una pelea, una gran pelea de espadas. El frondoso y verde camino en el bosque comenzó a llenarse de escarcha, tornándose blanco, dando paso al suave crujido de la nieve al pisarla, mientras una sutil neblina se arremolinaba alrededor suyo, abriéndose paso a un descampado blanco cubierto de nieve donde un grupo de soldados peleaban en mortal combate.

La nieve se teñía de rojo, mientras los soldados caídos trataban infructuosamente de reunir aquello que se escapa de sus cuerpos. Henzo incrédulo de lo que veían sus ojos, se lanzó inconscientemente para impedir remataran a uno de los caídos cercanos. Una figura vestida de negro se abalanzaba contra uno de los soldados en la nieve. Detuvo su espada cruzándola con la suya a escasos centímetros del moribundo. El rostro semi cubierto del atacante, dejaba entre ver una mirada fría e inexpresiva, que por unos segundos vaciló al ser tomado por sorpresa por este nuevo adversario. Y en lugar de continuar la pelea, retrocedió sin dejar de mirarlo, perdiéndose entre la niebla, al igual que sus camaradas, viendo terminada su labor.

Volteó hacia el soldado mirándolo desangrarse consecuencia de las puñaladas recibidas. En su rostro se veía la angustia que implicaba abandonar este mundo sin desearlo. Henzo se hincó de rodillas sobre la nieve, colocándose a su lado, acompañándolo en sus últimos momentos. Tomó algo de nieve, apretándolo con ambas manos para formar unos pequeños bloques, colocándolos en su boca, nariz, oídos y ojos. Elevó una plegaría para que sea recibido en el otro mundo y no se le permita regresar a este.

Al momento que se disponía a ponerse en pie, la gélida garra de la muerte lo sujetó de una mano, con tal fuerza que lo hizo estremecer. El cadáver lo había tomado por sorpresa y en su intento de levantarse, su rostro denotaba una expresión iracunda y sanguinolentamente babeante. Con voz de ultratumba le habló – Todo esto es tu culpa Henzo… tu orgullo nos condujo a esto y por ello deberás pagar… cargarás en carne propia con todas las muertes que tus decisiones hayan causado… –

Henzo se soltó, poniéndose rápidamente en pie para alejarse. Se quedó mirando el cuerpo inerte del soldado, con la nieve incólume que le había colocado en el rostro, sin señal alguna de haberse movido. - ¿Una alucinación? - Levantó la mano que le había tomado. En ella, sujetaba una hachimaki manchada en sangre. Extrañado la extendió con ambas manos, mientras que un viento helado soplaba fuerte levantando nieve alrededor suyo, para quedar consternado al descubrir que la banda de tela portaba una Hanashobu Morada pintada, el emblema de su antiguo y difunto Daymio.

II. LA CAIDA DEL SAMURAI

Henzo Shurido, nació en la villa costera de Roshiya, en la Isla Sur Oeste, en el archipiélago de Rokushima Táiyō, una tierra marcada por el cruento conflicto entre los Shujin, quienes buscan a toda costa tomar control total del dominio.

Desde joven fue formado bajo las estrictas doctrinas del Bushido, destacando su temple, habilidad marcial y lealtad. Su maestro y Señor, el Daymio Hirotaka, lo consideraba unos de sus más valiosos vasallos.

Henzo no solo era un guerrero formidable, sino también un líder respetado entre sus pares. Sin embargo, como muchos Samurais con gran potencial, su orgullo empezó a crecer más que su obediencia.

Durante una campaña clave entre clanes rivales, Henzo desobedeció una orden directa de su Señor. En lugar de reagruparse y tomar una posición defensiva, optó por avanzar para atacar las filas enemigas buscando una victoria decisiva. Si bien su avanzada tuvo éxito, resultó que esto había sido una trampa del enemigo para romper la formación de su ejército. La ausencia de su tropa fue aprovechada, dejando expuesto al Daymio, siendo asesinado durante una emboscada.

Humillado, deshonrado y cargando con la muerte de su Señor, Henzo fue destituido junto con su tropa, convirtiéndose en Ronin. De los doce guerreros que lo siguieron ese día, siete de ellos decidieron tomar el camino honorable del seppuku. Sus antiguos camaradas restantes, le dieron caza, al considerarlo culpable de su desgracia. Cuando estaban a punto de ejecutarlo, una tormenta de nieve sobrenatural se desató envolviéndolos a todos en una niebla blanca.

Gravemente herido, Henzo se vio en medio de un tupido bosque, cálido y desconocido. Había escuchado las historias de los navegantes que se aventuraban más allá del Warui Yume Kasumi (Las Nieblas de las Pesadillas) para desaparecer y nunca más ser vistos, pero nunca consideró poner a prueba dichos relatos.

Durante años, Henzo sobrevivió como un fantasma en la niebla, meditando, cazando y buscando redención en la soledad del exilio. Descubrió que se encontraba en el bosque de Blightwood, colindante con la ciudad de Levkarest, en las venenosas tierras de Borca. Y por azares del destino, salvó a un joven llamado Keijo, quien parecía tener un pasado familiar traumático. Sin embargo, conforme lo fue conociendo, se vio reflejado en él, en su ímpetu juvenil y su deseo de justicia. Lo acogió como discípulo, enseñándole técnicas ancestrales de combate y la filosofía samurái, así como los peligros de dejarse dominar por el orgullo.

Pero los ecos del pasado, no tardarían en resonar de vuelta.

///Continuará???




sábado, 24 de febrero de 2024

CAP 5 – I. TODOS LOS CAMINOS, TODOS LOS DESTINOS

Respiraba con dificultad. El esfuerzo que había realizado fue intenso. Se tomó una larga pausa para tratar de reponerse. Soltó un par de botones de su chaleco para ayudarle a respirar mejor. Más calmada procedió a golpear la puerta con la poca fuerza que tenía. Nadie le respondió.

Volvió la vista hacía la calle, miró los caminos para asegurarse que nadie la hubiese seguido. Sintiéndose más recuperada volvió a tocar nuevamente la puerta. Tenía la impresión de que habían pasado varias horas desde que saltó de aquella ventana. La pierna izquierda le dolía y una punzada eléctrica le recorría de rato en rato por el cuerpo.

Tocó nuevamente la puerta, no hubo cambio. Volteó una vez más para mirar a la calle, algo había cambiado. Una delgada capa de niebla se deslizaba lentamente al ras del suelo, cubriéndolo a su paso. Venía en su dirección.

Se giró y golpeó con más fuerza la puerta, hasta el punto de lastimarse nuevamente los ya magullados brazos. Comenzó a gritar.

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Marek emprendió el camino al Hospicio en busca de los demás. Las cosas habían tomado un giro inesperado. Tenía claro que su afán de escalar posiciones no le iba a ser tan fácil pero no había contemplado verse involucrado en situaciones tan turbias. Si bien las calles se veían tranquilas, salvo uno que otro ruido extraño a la distancia, quizás una posible tormenta en ciernes, sabía que no eran seguras de transitar durante esas horas, pero su experiencia le había permitido tomar las mejores vías para su seguridad. Hubo un momento en que tuvo la sensación de que lo estaban siguiendo. Tomó un desvió y se ocultó, esperando confirmar su sospecha. Esperó por unos minutos y justo en el momento que se disponía a salir, una sombra se proyectó por el camino por donde caminaba antes. Una leve capa de niebla comenzó a formarse al ras del suelo. La temperatura bajó repentinamente, dando paso a un leve vaho con cada exhalación.

Tomó la empuñadura de su arma, preparándose de ser necesario. Las pisadas en la tierra comenzaron a escucharse como si fuese lo único que se moviese en toda la zona. Estaba muy cerca. Una figura encapuchada avanzaba sin apuro para detenerse en medio del camino. Giró para mirar en dirección a donde Marek se ocultaba. Levantó la mano apuntándole con el dedo índice para finalmente desvanecerse en el aire. Por una breve fracción de segundo, como si de un destello se hubiese tratado, le pareció ver otras pequeñas figuras flotando en el aire, desvaneciéndose en el mismo instante que el encapuchado, escuchándose múltiples estruendos breves.

Un escalofrío recorrió el cuerpo de Marek. Inconscientemente esperó unos minutos para asegurarse que nada más aparecería para sorprenderlo. La temperatura descendió un poco más. La niebla parecía cubrir todo al ras del suelo. Marek se puso en pie y dio unos pasos hasta acercase al lugar donde estuvo la figura. La niebla fluía por el suelo como una corriente de agua en un arroyo cubriendo sus pies y que a cada paso que daba, unos hilillos parecían trepar por sus pies para desvanecerse al llegar a sus tobillos.

Trató de entender lo que había pasado, pero estaba demás buscarle una explicación, sería perder más tiempo. Retomó su viaje hacia el Hospicio, cuando al disponerse a dar el primer paso, el resoplido cálido de un caballo le golpeó en la nuca. Marek se quedó con el pie en el aire mientras a niebla se elevaba hasta alcanzar su pie para hacerlo aterrizar con suavidad en el terreno.

Su instinto le decía que corriera despavorido para ponerse a salvó, pero le fue imposible no querer voltear para saber que era aquello que se encontraba tras de él. Dio un salto hacia adelante, realizando una pirueta apoyando ambas manos en el suelo para terminar con un giro en el aire. Esto le permitió alejarse por lo menos unos tres metros de aquello que había aparecido, permitiéndole adoptar una mejor posición, facilitándole desenvainar su arma y ponerse en guardia.

Frente a él, un gran caballo negro azabache agitaba la cabeza con mirada salvaje y blanquecina, como si quisiera arrancar la marcha, mientras sus cascos brillaban con fuego cada vez que golpeaban el suelo. Sus grandes fosas nasales se ensanchaban expulsando humo. Sus labios estaban retraídos por las riendas, dejando al descubierto sus dientes, dibujándole una macabra sonrisa.

Sobre el caballo, un jinete corpulento vestido en ropajes negros y plata. Su oscura capa de cuello alto flotaba tras de él. Sus botas color ébano brillaban junto con sus espuelas y estribos de plata. Con su brazo izquierdo sujetaba las riendas, en lo alto y tensadas por el movimiento del caballo, conteniendo su marcha.

El terror se apoderó de Marek al ver que sobre los hombros del jinete no había cabeza.

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La joven trató de calmarla, pero Nicoleta sonaba bastante alterada y no parecía entender razones. Desde el último ataque recibido en el hospicio tomaron medidas de que nadie pudiese ver directamente a Larshela. Por lo que, dadas las circunstancias, no le permitirían ingresar.

Nicoleta volteó a ver nuevamente a la calle, la neblina cubría todos los caminos, sin embargo, en esta oportunidad logró divisar una figura que se acercaba a gran velocidad hacía ellas y que conforme se acercaba, se le hacía particularmente familiar.

- ¡ABRÁN LA PUERTA! ¡DEJENNOS ENTRAR! – Marek corría desesperadamente hacía el hospicio, viendo una figura de pie en la entrada, cuya vestimenta le permitió reconocer a Nicoleta. Sentía que las piernas le quemaban y mientras sus pies se movían lo más rápido que nunca antes en su vida, lo que le causaba un intenso dolor, pero sabía bien que eso no sería nada si es que el jinete lo alcanzaba.

Era un estruendo tras otro, como si una tormenta se hubiese desatado repentinamente frente a ellos. Los ojos de la joven Sulemi se abrieron como platos al ver que tras aquel hombre a la distancia se aproximaba una leyenda urbana hecha carne y hueso. El pánico se apoderó de ella retrocediendo con una expresión de horror en el rostro. Aprovechando la oportunidad, Nicoleta empujó a la joven y entró en el hospicio, abriendo la puerta lo suficiente para esperar a aquel hombre. Sin embargo, por la cercanía de la imponente y terrible figura, no estaba segura de sí aquel hombre pudiera lograrlo.

Por unos segundos se vio tentada a cerrar la puerta y dejarlo a su suerte. El tiempo pareció ralentizarse frente a sus ojos, viéndolo suspendido en el aire moviéndose muy lentamente mientras se esforzaba más allá de lo posible para salvar su vida.

- ¡CONTINÚA¡¡CONTINÚA! – gritaba en su cabeza.

Marek cruzó la puerta como un bólido. Nicoleta dio un portazo y corrió los cerrojos para asegurar la puerta. Retrocedieron varios pasos, esperando que el portón soporte y mantenga a aquella criatura fuera. Un silenció mortal cubrió el lugar.

- ¿QUÉ ES LO QUE SUCEDE AQUÍ? – la voz de Larshela retumbo en el lugar rompiendo el silencio, lo que hizo saltar tanto a Nicoleta como a Marek, mientras la joven Sulemi se desmayaba frente a ellos.

De repente unos potentes golpes hicieron retumbar el lugar de tal forma que el marco del portón de entrada crujió dolorosamente, formándose una nubecilla de tierra y astillas, lo cual logró sobresaltar a todos los presentes.

La tensión en el aire podía cortarse con un cuchillo y la espera se hizo casi eterna, pero al final, lo habían logrado y la calma retornó lentamente.

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CAP 4 - ☠️💀☠️💀☠️💀⏳☠️⌛💀☠️💀☠️💀☠️

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martes, 20 de febrero de 2024

CAP 3 – VIII. UN GRANO DE ARENA TRAS OTRO

Nicoleta ahogó un grito de sorpresa al ver que la habitación en la que había entrado estaba ocupada. Skyp levantó la mano con intención de calmarla mientras que con la otra mano se llevaba el dedo índice a los labios para indicarle que no hiciera ruido alguno y delatase su ubicación.

Marek, se encontraba en una difícil situación, pues de los tres, él era el único en ese lugar que había sido invitado formalmente. Skypper era un viejo colega que al parecer requería de sus habilidades y la señorita presente era una dama en apuros que necesitaba su ayuda. Antes de que pudiese idear algo ingenioso que lo pusiese en una posición de ventaja, la mujer, que llevaba ambos botines de tacón sujetos en una mano, se abrió paso entre ambos sin hacer el menor ruido. Se acercó a la ventana, asomándose sigilosamente para ver si alguien vigilaba. Skyp y Marek se miraron, asintiendo con la cabeza mientras levantaban una ceja en señal de inesperada conformidad.

Nicoleta, metió ambas botas en un bolso de tela roja con rayas entrecruzadas o ¿eran cuadros?, sorprendentemente ambos ingresaron sin mayor inconveniente a pesar de parecer mucho más pequeña. Abrió la ventana de par en par. Marek se disponía a darle el alcance con la intención de atajarla antes de que tome alguna decisión, pero en ese momento, la atención de ambos colegas fue atraída hacía la puerta, donde la perilla comenzó a moverse nuevamente, traqueteando insistentemente, como si alguien quisiese entrar a la fuerza.

Al retornar la atención a la ventana, una fugaz figura desaparecía en el aire. Nicoleta había saltado desde el segundo piso. Marek corrió angustiado, sorprendido al ver lo que había hecho la temeraria mujer. Afuera todavía estaba oscuro, aún faltaban unas horas para el amanecer. Abajo, el lugar estaba rodeado de jardines y fácilmente pudo haber caído en uno de los densos arbustos. La puerta comenzó a ser golpeada con fuerza.

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Sus órdenes eran claras, capturar a la mujer y llevarla a la cámara húmeda para hacerle algunas preguntas. En su cabeza, le pareció gracioso el hecho que ni siquiera el presumido de Giovanni podría intervenir esta vez, pero la gracia se le esfumó al recordar que ella fue capaz de evadirlo. Si se le escapaba, Lady Fiorentine se enojaría con él.

Le pareció que había ingresado en esta habitación, pero debía asegurarse. Tomó la perilla y trató de entrar, pero la puerta estaba cerrada. Traqueteó con la perilla con cierta fuerza ante la frustración. Golpeó fuertemente la puerta, pero nada. En el momento en que se lanzó para embestirla, la puerta se abrió, dando paso a un sorprendido Salvio Gravano, tropezando con la alfombra y cayendo de bruces en el piso. Se puso de pie tan rápido como pudo para hacerle frente al pequeño hombre que estaba parado al lado de la puerta. Marek sorprendido se quedó mirando al inmenso hombre calvo que se elevaba por encima de su cabeza.

- ¿Dónde está la mujer? – bramó con voz ronca y potente, con aspecto de toro en dos patas.

- Desconozco de que me está usted hablando. Y le exijo una explicación ante esta intrusión y violencia. Soy un invitado de Don Vito a través de su hijo Giovanni, para atender negocios importantes y toda esta batahola no me ha permitido conciliar el sueño como es debido. –haciéndole frente al enorme sujeto, recriminándole su actitud.

Salvio lo miró desde lo alto y barrió la habitación por encima suyo. Un ligero pinchazo de inquietud en su nuca le decía que la mujer parecía no estar allí y que debía darse prisa antes que la situación se ponga mucho peor. Volvió a mirar a Marek directamente a los ojos, escrutando minuciosamente a un maestro del engaño, pero, aunque no estaba del todo convencido no debía perder más tiempo.

Salió a trompicones de la habitación sin mediar palabra alguna. – Don Giovanni sabrá de este atropello en cuanto lo vea. – recalcó Marek haciendo uso de sus habilidades para que la voz no se le quebrará por la risa, azotando la puerta para reforzar su molestia.

Poco le preocupaba a Salvio el tener que lidiar con los amigos de Giovanni. Ahora tenía mayor prisa en ubicar a la mujer.

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Una risita burlona se escuchó entre las sombras – Por un momento pensé que no lo lograrías – dando dos palmadas en reconocimiento a su esfuerzo.

- Bueno, no debemos perder más tiempo. – replicó Marek. Skyp estuvo de acuerdo dándole una palmada en el brazo, respondiéndole. - Sus planes siguen en marcha, pero no tengo idea que será lo siguiente en su agenda, pero es un hecho que buscaran llamar la atención de Ivan. Lo sucedido con Nicoleta es muestra de que están cortando cabos sueltos, veré qué más puedo averiguar y de qué forma ayudarla. Incluso tú mismo podrías formar parte de sus maquinaciones o ¿pensabas que los ricos eran realmente “nobles” de fiar? – la mente de Marek evocó el recuerdo de la gran puerta roja y su madre.

- Busca a tus amigos en el Hospicio, vas a necesitar su ayuda si es que necesitamos hacer frente a toda esta intriga. Y recuerda… No confíes en nadie.


/ / / FIN DEL CAPITULO 3 / / /

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Sabía bien que lo encontraría en este lugar, pero no esperaba ser tan descuidado como para caer en una de sus trampas. Con dificultad trató de observar los cortes en sus brazos y piernas, eran de consideración. Las sogas que lo sujetaban de los tobillos, lo mantenían colgado de cabeza a una altura de metro y medio del piso, desangrándose, como si se tratase de una simple res en una carnicería. ¿A esto había llegado?, ¿este sería su final?

Lo que más lamentaba era no poder cumplir con la promesa que le hizo a su amada antes de partir en esta búsqueda, pero ambos conocían bien los riesgos.

Alguien se acercaba, al parecer pisaba sobre un piso encharcado, posiblemente sobre su sangre.

- Así que ha esto hemos llegado. Vencido y derrotado por un torpe descuido. ¡Que patético! – la decepción en la refinada voz era notoria. El delgado y pálido sujeto, de larga cabellera platinada y ojos color purpura, camina alrededor de Basile. Vestía finas prendas, lo que denotaba su posición adinerada.

- Lamento decepcionarlo Barón, pero entenderá que tenía la cabeza en cosas más importantes. – mostrándole una sonrisa burlona, para recibir en respuesta un duro golpe en el rostro, lo cual le partió el labio y laceró su mejilla, para continuar sangrando.

- Lo mejor de todo esto es que ya no tendré que volver a escuchar tu burda socarronería. – el sujeto sacó un pañuelo para limpiar su mano y sus anillos. – Este es el adiós Basile Vernier. Que tu alma se pudra en el averno.

 - Nos vemos pronto Barón - volvió a sonreírle con los dientes manchados en rojo. Por la expresión de desagrado del Barón, una fría duda se atenazó en su marchito corazón, ¿se referirá a verlo en el averno o que lograría escapar de esta situación para volver hacerle frente? Lo miró por unos segundos más y descartó la absurda idea para alejarse de él.

Basile no dejaba de sonreírle de forma casi maniaca.

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Patrick hizo una pausa, cerrando el libro de lomo azul que estaba leyendo. Por lo poco que había logrado leer, narraba la historia de una especie de investigador poco ortodoxo que va tras la pista de unos asesinos.

Este era uno de los libros que le habían dejado en la silla. En su tapa rezaba “Sonata Nocturna por Pyot Mezznatt”.

Algo le resultaba extraño.

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CAP 3 – VII. ENTRE LOBOS Y OVEJAS

Se encontraron de vuelta en su oficina, del otro lado del escritorio, bajo la mirada inquisitiva de Larshela, quien mantenía cruzadas sus manos encima del escritorio. Sus brazos se encontraban vendados hasta las manos. La joven Daleska se encontraba a su lado, asistiéndola en lo que ella necesitase.

Larshela exhaló en notoria señal de zozobra. Sin la cofia que habitualmente le cubría la cabeza se le veía muy distinta, la cual le disimulaba una larga cola trenzada de cabello ensortijado, que le caía por el hombro izquierdo. – Me alegro de ver que se encuentran mejor. Lamentablemente, esta buena noticia se ve ensombrecida ante un panorama aciago. Los recientes acontecimientos nos han puesto nuevamente bajo una sombra siniestra, dando pie a constantes ataques contra los miembros de esta comunidad. Nos vimos obligadas a tomar ciertas medidas que nos permitan mantenernos seguras, pero desgraciadamente las cosas no resultaron como esperábamos. – hizo una pausa, llevándose una mano a la frente. Exhaló pesadamente, juntando nuevamente sus manos en la mesa. - No paso mucho tiempo para que a ello se sumase la persecución de un grupo clandestino de fanáticos, seguidores del Lawgiver, guiados por una monja demente que se hace llamar Hyrwen. Solo buscan erradicarnos a cualquier costo. Intentamos solicitar ayuda a las autoridades, pero fue inútil, pues los mercenarios que se hacen llamar agentes del orden, ya habían sido “dispuestos” para apoyar a los clérigos de Ezra para ayudarlos en sus festividades peregrínales. Es un infortunio tras otro, que de seguir así nos llevará a todos a nuestras tumbas…y ni así creo que vayamos a estar tranquilos. Todo Borca es prácticamente propiedad de los Gemelos y ni los muertos pueden descansar en paz sin desligarse de los impuestos.

Los cementerios solo mantienen los cuerpos de los difuntos por cinco años, debiendo renovar el pago de alquiler por el espacio. De no ser así los cuerpos son exhumados, limpiados y colocados en fosas comunes, colocándose solo su nombre y fecha de fallecimiento en un poste negro. Por esta razón algunos cadáveres son enterrados en los mismos terrenos familiares y en el caso de algunos nobles, se encargan de construir criptas.

Como les comenté en algun momento, este lugar nos fue donado por unos nobles, incluyendo los terrenos aledaños. La capilla que usábamos para honrar a Hala antes era utilizado como un mausoleo. Cuando nos entregaron los terrenos, el mausoleo ya estaba desocupado y nos encargamos de limpiarlo y acondicionarlo. Sin embargo, no imaginábamos que existieran pasajes secretos que condujeran a un lugar subterráneo. Encontramos los muros del lugar derrumbados conduciendo a una serie de cavernas. De esta forma es que logramos dar con ustedes, en muy mal estado. Procedimos a atenderlos en ese lugar, logrando estabilizarlos para llevarlos posteriormente al hospicio. Fueron tres largas noches.

Los cadáveres que encontraron en la caverna eran antiguos, posiblemente de ataúdes que fueron escondidos y abandonados en esta antigua cripta familiar por los dueños, que al parecer no quisieron asumir el costo de llevárselos. Sin embargo, la cantidad de cadáveres que encontramos, era mayor al espacio que la vieja cripta podía albergar, percatándonos que varios de estos cuerpos estaban relativamente frescos, por lo que se tratarían de víctimas recientes.

El lugar conectaba con el pantano, cerca al puente del portal del Amanecer. Sin embargo, el rastro de roca fundida nos extrañó a todos al ver que apareció de la nada para atravesar un muro y salir por la capilla, que fue por donde ustedes descendieron. – Larshela se detuvo y miró a Daleska haciéndole una señal. Ella salió de la oficina y regresó unos minutos después con tasas e infusión caliente de hierbas.

- Los siguientes días nos vimos en la necesidad de enviar a todos los miembros posibles a otros hospicios para minimizar riesgos, pero los heridos de los incendios continuaban viniendo pidiendo nuestra ayuda, especialmente aquellos con bajos recursos. No podíamos dejarlos de lado.

Hace dos noches recibí noticias que se preparaban para irrumpir a la fuerza nuestro hogar y someternos a juicio público como viles delincuentes. Como verán las cosas no están bien para nadie en este momento. – la conversación se vio interrumpida con el ingreso presuroso de otra joven a la oficina de Lershala - Hermana, disculpe la intromisión, pero hay personas en la entrada que exigen su presencia.

Larshela los miró con notoria preocupación y algo de culpa – Necesitamos su ayuda, una vez más. -

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